Palabra fundamental del léxico comercial alcoyano. El concepto arreglaets sirve para cerrar cualquier operación de compra en un establecimiento local. Es una especie de broche final, con el que se confirma que el intercambio se ha producido con el cumplimiento de los más estrictos fundamentos de la ética del libre mercado y con satisfacción para ambas partes: comprador y vendedor.
Para empezar, una pregunta importante: ¿cómo funciona exactamente el arreglaets?. Pasemos a la descripción del asunto. Un alcoyano entra en una tienda para comprar un determinado artículo. El dependiente le hace diferentes propuestas. El comprador elige una de ellas tras llegar a un acuerdo sobre el precio. El vendedor envuelve la compra, el comprador la coge y deposita sobre el mostrador el dinero. El dependiente le da las vueltas y entonces (sólo entonces), pronuncia la palabra arreglaets. El cliente se marcha satisfecho y se despide con un adiós, con un hasta luego o con cualquier otra fórmula de cortesía que sea de su agrado.
Hay que subrayar varios datos importantes. La palabra arreglaets tiene que pronunciarla de forma obligatoria el vendedor. Ver a un comprador despidiéndose del tendero con un arreglaets sería un auténtico escándalo, que rompería una de las tradiciones más sacrosantas de siglos de intercambios comerciales en Alcoy y que crearía una situación incomprensible.
En segundo lugar, hay que señalar otro aspecto crucial del asunto: el concepto arreglaets sólo se puede utilizar en operaciones realizadas con el sector del pequeño comercio. Nadie se imagina a un magnate como Florentino Pérez pronunciando un afable arreglaets tras venderle (y cobrar la correspondiente millonada) un par de rascacielos a un grupo inversor chino. Tampoco se usa esta muletilla cuando la compra se hace en un Ikea o en cualquier otra gran superficie comercial, lugares en los que el personal de caja tiene cosas más importantes de las que preocuparse.
Asimismo, conviene tener en cuenta que el término arreglaets no se suele usar cuando los pagos se hacen con una tarjeta de crédito. En estas ocasiones, la entrañable palabra alcoyana es sustituida por un impersonal “¿quiere usted la copia del justificante del pago?”.
Finalmente, hay que referirse a un fenómeno lingüístico curioso, que ha provocado estupefacción en los círculos científicos de todo el mundo. En los comercios con pretensiones, en los que se venden productos de cierto lujo, la palabra arreglaets es sustituida por un sorprendente arreglaitos. Los partidarios de esta opción castellanizante están convencidos de que así consiguen darle a su establecimiento un aire más cosmopolita y más distinguido. Vaya usted a saber por qué.