Los alcoyanos tenemos un inagotable repertorio de insultos para referirnos a aquellas personas que en nuestra opinión (acertada o errónea) se distinguen por ser cortas de luces, de escasa agilidad mental o por mantener actitudes inclasificables ante el mundo. Palabras como pixorro, fava o apetxinat forman parte de este brillante panteón gramatical que nos sirve a los habitantes de esta ciudad para practicar uno de nuestros deportes favoritos: hacer mofa de nuestros semejantes. Junto a estos conceptos clásicos, aparece la palabra bolsa, que viene a tener casi el mismo significado que las anteriores, pero que disfruta de unos matices muy especiales, que la hacen imprescindible en según qué circunstancias.
En primer lugar, hay que subrayar que la elección de la metáfora es especialmente cruel. Recurrir a la palabra bolsa para describir el carácter de un ser humano es toda una declaración de principios. Estamos ante un objeto inanimado, que carece de cualquier valor por sí solo y que únicamente sirve para meter otros objetos en su interior. Las bolsas (sean de pipas, del Mercadona o de papas Lolita) forman parte de nuestro paisaje cotidiano, pero nadie les echa cuenta. Algo parecido les pasa a las personas que han de arrastrar este adjetivo durante su existencia.
Básicamente un bolsa es un infeliz. Un ser simplón que encara la vida sin maldad y sin dobleces. Si la apetxinamenta es un estado de ofuscación mental transitorio, que igual puede afectar a un peón caminero que a un diputado en Cortes, la bolsez tiene carácter permanente y sus efectos se prolongan durante toda una vida. Este calificativo cuenta con una seña de identidad añadida, que tiene mucho que ver con las características físicas del sujeto en cuestión: el bolsa alcoyano tiene cara de bolsa, andares de bolsa y a veces hasta voz de bolsa.
Para terminar, hay que subrayar un dato importante. El bolsa suele ser un excelente amigo, un colega fiel del que sólo se pueden esperar actitudes positivas y colaborativas. Ya lo dice el viejo refrán: es mejor tener un amigo bolsa, que un amigo pixorro.