Estudios lingüísticos de diferentes universidades de postín han demostrado que los alcoyanos son las personas del ámbito lingüístico catalán que más utilizan la palabra cavaller. Sólo nos superan (en castellano) los agentes de la Guardia Civil de Tráfico con su clásico “¿Caballero, no se ha dado cuenta de que iba a 120 por hora y de que había una señal de 90?”.
Habría que hacer un profundo estudio sociológico para explicar el amor que le tiene Alcoy a esta palabra llena de resonancias medievales. Algunos analistas atribuyen esta circunstancia al inmenso poder las Fiestas de Moros y Cristianos, en las que la frase “Cavallers volen Festa?” –pronunciada con solemnidad en la asamblea del Casal- ha acabado por garantizar la supervivencia de un término que en el resto del mundo sólo se utiliza para referirse a Sir Lancelot o a otros héroes legendarios subidos a caballo y envueltos en armadura.
Por decirlo de alguna manera, el concepto cavaller supone una vuelta de tuerca de la palabra señor. Los alcoyanos usamos esta fórmula lingüística sólo en las grandes ocasiones y para referirnos a personas que nos merecen un respeto especial. En esta ciudad, quedar “com un cavaller” es una las mayores alabanzas que puede recibir un individuo del sexo masculino. Los varones elegantes compran siempre sus trajes en tiendas de “roba de cavaller” y cuando una cena entre amigos está llegando a su final, siempre hay alguien que pronuncia la frase “cavallers, ya va siendo hora de irse a casa”.
Los alcoyanos cuidamos con mimo el uso de esta palabra y no la empleamos para cualquier cosa. Ahí, va un ejemplo. Es muy raro que un vecino de Alcoy esté en un bar y vaya a hacer sus necesidades al “wáter de cavallers”. El concepto es demasiado importante para mancharlo en estos desagradables menesteres. Los alcoyanos vamos al wáter de homens o al de tíos en el peor de los casos.