Alcoy ha realizado una aportación fundamental al mundo de la moda íntima masculina: el calzoncillo de camalet. En esta ciudad no ha cuajado nunca el concepto boxers para referirse a esta prenda fundamental en el fondo de armario de cualquier hombre elegante. Este anglicismo nos suena a vieja canción de Simon y Garfunkel o a una olvidada guerra entre chinos e europeos que apareció reflejada en la infame película “55 días en Pekín”.
Cada vez que un alcoyano acude a una mercería a comprar ropa íntima, la dependienta le hace la misma pregunta: ¿Slip o de camalet?. Hay que subrayar un dato importante, en este caso concreto el uso del diminutivo (tan querido por los habitantes de esta ciudad) resulta fundamental para aclarar el concepto. Existen los calzoncillos de camal largo, prendas habitualmente afelpadas que usaban nuestros ancestros para proteger sus vergüenzas en los periodos más fríos del año, y los calzoncillos de camalet, que se implantaron hace unas décadas contribuyendo a darle variedad y colorido al vestuario interior del género masculino, habitualmente pobre y más soso que un pan sin sal.
Ya que estamos metidos en disquisiciones sobre moda y lingüística aplicada, hay que subrayar otra característica importante del habla alcoyana. Los habitantes de esta ciudad tienen una patológica resistencia a utilizar el término académico calçotet. Lo sustituyen con una extraña palabra, que viene a sonar más o menos como “can.nsonsillo”. Esta adaptación libre del vocablo castellano contiene una extraña innovación que ha sido estudiada por expertos fonetistas de todo el mundo: la ene geminada, que es una ene arrastrada y sonora con la que intentamos dar fuerza y solemnidad a esta palabra estrictamente local.