Estamos ante uno de los casos más delirantes de la capacidad que tienen los habitantes de esta ciudad para destrozar el verdadero significado de las palabras. En castellano y en catalán, una marta es un mamífero carnívoro perteneciente a la familia de los mustélidos; un bicho pequeñito cuya piel es muy apreciada para hacer abrigos, pero que tiene más peligro que un saco de bombas. En el alcoyano clásico de nuestras abuelas, una marta fue, es y será siempre una mona, un simio de tamaño medio especializado en hacer cosas graciosas.
No se sabe exactamente cuándo se hizo esta curiosa traslación, pero lo cierto es que en Alcoy las monas son martas y las martas también. Hay que subrayar una cuestión importante, esta insólita acepción sólo es aplicable a monos de tamaño medio o pequeño: desde el admirable chimpancé a los titís, pasando por los monos de Gibraltar. A nadie se le ocurriría llamar marta a un gorila hecho y derecho y menos, a un agresivo mandril.
La traslación de significados ha generado una buena lista de palabras derivadas. En Alcoy “fer el marta” o “fer martaes” es sinónimo de hacer tonterías sin pies ni cabeza. Cuando algún orgulloso padre nos presenta a sus bebé recién nacido, la reacción obligada de cualquier alcoyano de bien es hacerle algunas “martaes”: o lo que es lo mismo, acosar al chaval con unos cuanto grititos y con una colección de muecas y de gestos casi simiescos.
La reina de “les martaes” fue, sin ningún género de dudas, la Mona Chita. Este chimpancé se encargó de animar durante décadas las películas de Tarzán, mostrando una registro interpretativo mucho más rico y variado que el del pobre protagonista: el actor (por decir algo) Johnny Weissmuller.
Anecdota:
-Com li han posat a la xiqueta?
-Marta!, Com a son pare…..