Debajo de una piedra o en la esquina de atrás se pueden escuchar las leyendas de un rapaz con rostro infantil.
A su paso las baldosas se volvían pigmento dejando muestra de su candidez.
Si estornudaba mirando al sol, le salían alas.
Cuando esto acontecía estaba exento de toda culpa, bailaba por los rincones desguarnecidos de su psique, pero no sabía volar.
Los individuos-individuas que residían en las ventanas lo miraban con cara de Tomate Pera. El niño colibrí sentía desbarajustados sus conocimientos antropológicos y se hizo antropoteísta, el muy pájaro.
Se resguardaba de las nocturnas estampas cósmicas en una madriguera, hasta que una incomprensible mañana, estornudó mirando al sol y alzó el vuelo.
Todos los enraízados no daban cabida al ente aéreo.
Niño colibrí se desplomó en el suelo, las voces que ofrecían ayuda le increpaban:
– “ Niño Colibrí, búscate un chamalirero que entienda de lo tuyo,
¡Y gánate el alpiste !”-.
… Los años afectaron sus pieles y se convirtió en Hombre Colibrí.
Aún huelen, en los días de recolecta, sus pasos a gomorresina.
Aún, los creyentes del ajeno, ven cómo surca la bóveda terrestre y se emocionan.
Las fábulas han de ser cortas
el testimonio efímero.
Hace poco se le vió revolotear por el Preventori de Alcoy,
las sinhueso del lugar juran ver a Colibrí hablando con los santos.
No podía ser otro, el mismísimo San Cristóbal, el portador de pecados,
quien requirió la destreza colorín de Colibrí.
Durante unos días, mochila en mano, sube que te baja, amarillo por aquí, el trinar de los compañeros por allá. Retrató al glorificado.
Aún están a tiempo los residentes de visitarlo.
Aún no ha sido revelado el pseudónimo del Niño, ya Hombre, Colibrí.
Aún junto a la cruz, en las paredes de la ermita de San Cristóbal pueden leerlo.
Cees, Jesús Cees.
Si la constancia alrededor del gratuito gesto pasa desapercibida y las palabras de los ingenuos vuelan a favor de la corriente natural en el concepto del arte-comportamiento, deberemos inclinar la cabeza y rendir homenaje a la Osadía.
Genial obra de Jesús Cees. Magnífico texto de Georgina Cruz.
Como Sureña recién llegada a este ShangriLa Norteño, lo único que me traje del mar, me lo dio Cees: en casa habitan Sirenas, Señoritas marítimas más ceesianas que sorollanas, Chanas bikineantes con perro y un Gavioto muerto de hambre…Hoy en día, lo mejor que se puede hacer es invertir el poco dinero que se tiene en alimentar el alma, que nos la tienen desnutrida.
Georgina, esta vez te has salido, muchacha¡¡ No sólo cuenta Cees con su Arte, sino también con el tuyo. Eres musical, eres rítmica y eres original. Gracias por compartir.
Magnífica obra del amigo Jesús Cees, y emocionant