Queridísimo Fernando, le voy a tutear. Por cercanía, admiración, respeto y una especie de fanatismo hacia tu obra y tu persona, voy a otorgarme la licencia de hablarte de tú a tú. Quizás, si hubiera sido contemporánea tuya y se llevara eso de los clubs de fans, me habría ofrecido voluntaria para presidirlo.
Fernando, qué orgullo de representante tenemos (teníamos y tendremos) los alcoyanos. Tu obra sobrepasó fronteras y ay de aquel que no la conozca, que no haya visto nunca un cuadro tuyo, aunque sea en una foto. Ay de aquel que no haya visto la evolución en tu forma de pintar: del academicismo más clásico, de las formas y las líneas más correctas, hasta esa libertad de pincelada tan cercana al luminismo, tan libre, ese trazo que refleja la luz del Sol, pasando por tu etapa costumbrista, tu historicismo, tu técnica preciosista, tus encargos religiosos y un larguísimo etcétera que hace que te considere uno de mis pintores favoritos.
Ay del que no sepa de tu etapa de formación, entre Valencia e Italia. O del que todavía no sepa que a tu vuelta a Alcoy fuiste el único pintor en la Ciudad: tu colega Laporta se dedicaba a la litografía, a los murales, al diseño industrial… mientras tu realizabas encargos particulares o grandes obras. Mientras tú plasmabas en tus obras la pena de la muerte de tu esposa, lo convulso de los momentos que vivía la sociedad alcoyana o creabas una escuela de pintores alcoyanos cuya esencia se ha mantenido hasta la actualidad.
Ay de tus retratos, tus paisajes, tus estudios anatómicos, de tus grandes obras que consiguieron premios en todos los lugares donde se exponían: Barcelona, París, San Francisco… Ay de tu forma de ser tan considerada dedicando obras a tus discípulos, agradeciendo tus becas y tus estancias fuera de nuestra Ciudad con grandes obras. Ay Fernando que te involucraste en nuestras queridas Fiestas, en el Círculo Industrial, en la Mistera… Ay de tu suegro y benefactor, que potenció tus ideas artísticas sin la preocupación del sustento económico. Y tú Fernando, tan real y tan social, utilizabas, a veces (dicen), a los trabajadores de la Mistera como modelos.
Fernando, y en palabras de Adrián Espí, no eres un caso aislado. O sí, porque ‘apareces en una determinada época, en la que se respira un determinado ambiente, existe un cima intelectual, y se vive de manera particular y propia’. Tu pintura social se merece mucho más que unas líneas en este artículo. Porque a veces me planteo si habrías brillado con luz propia en un contexto diferente. La duda se disipa rápido, cuando sigo indagando sobre tu vida y obra. Porque qué manera la tuya de plasmar un contexto, que forma de enlazar arte y sociedad de manera recíproca. Y yo, que no entiendo ninguna manifestación artística si no es desde un concepto social (el porqué, el cómo, el cuándo, el dónde, el para qué… de una pintura por ejemplo), no puedo ser objetiva. Así que, ay Don Fernando, queridísimo Don Fernando, que placer para los sentidos recorrer tu obra una vez más.