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Cultura
Su morrocotuda sonrisa
Primer premi categoria junior IV edició relats curts SOLC
Laia Torregrosa Medina - 12/07/2022
Su morrocotuda sonrisa

Aquel día, 12 de diciembre de 2016 —recuerdo perfectamente la fecha, porque era el cumpleaños de mi padre y de esto hace ya más de 5 años— noté a mi madre muy triste, muy preocupada, más apagada de lo normal. Esa noche, desde mi habitación, me pareció oírla llorar, pero al preguntarle que le ocurría, ella únicamente me contestó que no se encontraba demasiado bien y que le dolía un poco la cabeza. Ahora me doy cuenta de que una vez más, no quería preocuparme.

A la mañana siguiente, cuando ella pensaba que yo aún dormía, la escuché hablar por teléfono en voz baja con mi tía, diciéndole algo de un bultito en el pecho que le tenían que quitar. Me levanté para ir al colegio y al besarla y abrazarla como cada mañana, al mirarla, vi como mi madre seguía apenada y que seguía sin tener esa enorme sonrisa ni ese brillo en sus ojos que tanto la caracterizaba, entonces le dije que no se preocupara por su operación. Mi madre me miró con cara de sorpresa y entonces cayó en la cuenta de que yo había oído la conversación.

En menos de un mes la operaron y fue cuando mi madre me preparó para todo lo que iba a venir después. Me explicó, además de muchas otras cosas, que durante un tiempo iba a estar mi padre más pendiente de mí que ella, pues ella tenía que asistir a sus sesiones de quimioterapia y demás tratamientos, y que habría días que estaría muy cansada e incluso agotada, así que posiblemente no me podría dedicar el tiempo que yo merecía, aunque eso jamás ocurrió: mi madre estaba ahí para todo.

Recuerdo un desfile de carnaval en el que todos mis compañeros y yo salimos junto a nuestras madres disfrazados de piratas y allí estaba ella con su pañuelo negro, pero diferenciándose del resto en que las demás mamás tenían pelo y ella no. Fue entonces cuando mi compañera Elia me dijo:

—¿Tu madre tiene cáncer y se va a morir?

A lo que yo le respondí:

—¿Lo dices porque está calva? —Y Elia asintió con la cabeza.

Entonces le expliqué a mi amiga lo que meses antes me había narrado mi mamá, le conté que le estaban poniendo una medicación tan fuerte que le había caído todo el pelo, pero que esa medicación, que se llamaba quimio, era lo que a mi madre le iba a salvar la vida.

Desde aquí, me gustaría agradecerle a mi madre lo bien que le explicó a una niña de tan solo 10 años lo que era un cáncer y que cáncer no era igual a muerte, sino que cáncer era igual a vida, de hecho, ahora cuento con 15 años y hoy, 25 de enero de 2022, aquí está junto a mí, sana y salva leyéndome con su morrocotuda sonrisa.

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