El año 1996, Pedro Maestre, autor prácticamente desconocido entró en el mundillo literario, como un elefante en una cacharrería, ganando el premio Nadal con la obra ‘Matando dinosaurios con tirachinas’. Un intenso monólogo en el que manifestaba su irritación, su desasosiego y, de pasada, sus impresiones sobre Alcoy. Con reflexiones tan jugosas, y de rabiosa actualidad, como las que siguen.
‘Alcoy es un muermo, cualquier actividad es un acontecimiento histórico, incluso el cine que ponían los viernes en la Casa de Cultura este año se ha atascado en Buster Keaton, y si te esperas a ver una película decente en los únicos dos cines que hay lo mismo te cuelan El último cuplé como estreno mundial’
‘… lo que ocurre en esta ciudad es de ciencia-ficción o de terror, los alcoyanos, como honrados zombis que son, dejan los días lectivos sea la plaga de estudiantes foráneos de Artes y Oficios la que infecte las calles con su alegría multicolor, para los fines de semana … salir en serie de sus tumbas, los tíos con la polla en la boca y las tías tan enjoyadas que parecen las reinas de su escalera’
‘¡menudo rebaño de pueblerinos son todos!, al loro, en la fiesta de Moros y Cristianos los chochos y las pollas de las parejas se divierten por separado para que las pollas puedan ir detrás de otros chochos que tienen que dejarse encontrar, y otra cosa, en los desfiles las mujeres sólo pueden salir de jarrón de porcelana’
‘esto es una aldea, las montañas que rodean a Alcoy lo aíslan y lo convierten en una lata de sardinas’
‘lo que más me gusta de Alcoy, ‘lo que más me gusta es la cantidad de deformes y enfermos mentales que hay, pero cantidad, yo creo que se bate el récord del mundo de tarados por metro cuadrado’
Aunque a primera vista pudiera parecer que el autor tenia algún tipo de fijación con la ciudad, así lo entendieron muchos alcoyanos, lo cierto es que el narrador apenas dedica cinco páginas a la ciudad y que en el resto utiliza el mismo tono para hablar de las problemáticas relaciones con sus padres, la falta de trabajo, sus amistades, los conflictos domésticos o la reciente muerte de su abuelo.
Un tono desabrido que renunciaba al lenguaje elaborado y se decantaba por un estilo directo y coloquial que constituía la esencia de lo que entonces se dio por llamar literatura de magnetofón. Una corriente iniciada en los años 80 con la novela ‘Menos que cero’ de Bret Easton Ellis (American Psycho) que en nuestro país tuvo a su más fiel seguidor en José Angel Mañas con sus ‘Historias del Kronen’, finalista del premio Nadal 1994.
Pedro Maestre fue además objeto de una curiosa transición en la ciudad en el tiempo que transcurrió entre la concesión del premio y la publicación del libro. Un periplo semejante al del protagonista de ‘Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre’ de Gabriel Garcia Marquez. Ya que en escasos días pasó de estar a punto de ser declarado hijo predilecto a formar parte de los personajes más odiados y susceptible de ser ajusticiado por ahorcamiento en una de las farolas del Cantó El Pinyó.
Y eso que en algún momento se mostró generoso con el paisaje y el entorno.
‘Alcoy no es el fin del mundo, sino, creo, una posada en el camino, la ciudad es muy bonita, el centro con sus calles empinadas, sus puentes, en la primavera pasada nevó mucho y parecía un pueblecito de los Pirineos’ ‘la Font Rotja, ésa es la maravilla de Alcoy, la naturaleza que la rodea, los bosques de pino, incluso hay jabalíes y gatos salvajes’.
Pedro Maestre es licenciado en filología hispánica por la Universidad de Alicante. En 1995 quedó finalista en el concurso Nuevos Narradores con su primera novela ‘Trapos sucios’. En 1996 ganó el premio Nadal con su novela autobiográfica ‘Matando dinosaurios con tirachinas’. Ha publicado también las novelas ‘Benidorm, Benidorm’ (1997) ‘Alféreces provisionales’ (1999) y ‘El libro que Sandra Gavrilich quería que le escribiera (2006). Ha sido articulista de los periódicos ‘Las Provincias’ y ‘El Mundo’