El Instituto Nacional de Plagas y Parásitos le ha puesto fin a varias décadas de dudas y ha emitido un dictamen claro sobre la situación de nuestra ciudad: Alcoy está corcat. Para la elaboración de este diagnóstico han sido claves dos sucesos recientes: la caída de un tramo de barandilla en el puente del Viaducto y el derrumbe de un gran muro en el parque de Cantagallet. Aunque inicialmente, los técnicos habían barajado la hipótesis de que Alcoy estuviera cagat per la moscarda, finalmente se ha desechado está línea de investigación tras comprobarse la existencia de millones de especímenes de corcó en diferentes puntos del casco urbano.
La corcamenta general de la ciudad explicaría muchos de los sucesos misteriosos que venimos sufriendo los alcoyanos en las últimas décadas, entre ellos: los derrumbes de casas en el casco histórico, las eternas goteras de la Llotja de Sant Jordi, los inarreglables deslizamientos de tierras en la Beniata, el estado mental de confusión de algunos concejales de obras, las reticencias del Casal de Sant Jordi ante las escuadras mixtas, la somordor de los programas electorales de los partidos en las pasadas municipales o los feos baches que aparecen en el adoquinado de San Nicolas.
Tras conocerse la noticia del corcó, el Ayuntamiento ha anunciado la puesta en marcha urgente de una campaña de lucha contra este infame insecto. Responsables municipales han viajado a diferentes localidades agrícolas de la comarca para contratar una brigada de 60 sulfatadores, que subidos en sus mulas mecánicas recorrerán las calles de la ciudad tirando veneno en los puntos más oscuros.
Hay que subrayar, asimismo, que también se iniciará una campaña contra el apolillamiento general de la ciudad. Personal de la Brigada de Obras repartirá dos toneladas de bolitas de pacholí en los puntos de mayor riesgo.