Empezó vendiendo lejía con un motocarro, fue un aguerrido y justiciero árbitro de fútbol, ejerció de actor teatral esporádico, cumplió con la Marina en un buque petrolero, disfrutó de las mieles del estrellato televisivo, se movió con comodidad y desparpajo en las aguas del periodismo radiofónico, triunfó en el difícil sector de la publicidad, cantó boleros con efectividad profesional y encontró su lugar en el mundo detrás de la barra de un bar como un vocacional entusiasta de la hostelería. Todo esto y mucho más era J.J. Soriano; un personaje inacabable, con cuya biografía se podrían llenar varias vidas. Se nos fue un Domingo de Gloria, dejando un hueco irremplazable en el paisaje humano de esta ciudad.
Durante toda su vida, Soriano ejerció de espíritu libre. Se metió en todos sus proyectos vitales con un entusiasmo contagioso, en el que no había espacio para las redes de seguridad ni para los cálculos pusilánimes. Era una figura hiperactiva con la que resultaba imposible no encontrarse. Deja tras de sí una kilométrica lista de amigos y de conocidos en la que figuran prácticamente todos los alcoyanos que hemos superado los 60 años de edad. Su personalidad arrolladora y su capacidad para tocar todos los palos lo convierten en un elemento omnipresente, que igual aparece en el rodaje de una película, en un ambicioso montaje teatral de La Cazuela, en el lanzamiento de una nueva emisora de radio o en una juerga improvisada al calor de un discobar ochentero.
J.J. era hijo de un Alcoy perdido y casi olvidado. Sus raíces se hundían en un espacio delimitado por una frontera imaginaria formada por la calle la Sang, El Cami, la Glorieta y Sant Nicolauet. Gentes de pura clase obrera se movían por aquel universo pobre pero trabajador, en el que Soriano ejercía, como el Kim de Rudyard Kipling, de “amigo de todo el mundo”, capitaneando pandillas de chavales y atrayendo la atención por su capacidad para meterse en todas las salsas. Luego, la vida lo llevó por todos sus caminos hasta protagonizar una trayectoria inagotable que lo colocó en los lugares más insospechados.
Se fue Soriano sin escribir unas memorias que habrían sido un auténtico best seller alcoyano. En el momento triste de los balances, es inevitable fijar la atención sobre un hecho singular: sin disfrutar de ningún cargo institucional y actuando siempre por libre, J.J. ejerció durante toda su vida de personaje público. Era un hecho absolutamente natural en él, que sólo cabe atribuir a su desbordante capacidad para tejer complicidades y amistades en todos los rincones de la escala social alcoyana.
Se fue Soriano y deja tras de sí la inmensa huella de recuerdos y de nostalgias que deja la buena gente que vivió con plenitud.
Un dels personatjes alcoians dels que deixen una marca inborrable ,
que a les hores formen ja part de la historia del nostre poble.
Bon viatje Soriano…..
Me ha gustado mucho tu artículo .Muy bien escrito .Le defines miy bien . Lo bordas.
Trabajo con mi padre y con migo.En el Bar San Jorge.Era amigo de todos y conocido.Lo pasabamos muy bien contandonos sus batallitas. Adios J.J.Soriano.
Llevo muchos años fuera de Alcoy , 34, pero suelo ir y estoy en contacto con mis amigos de siempre y familia . Recuerdo a Soriano perfectamente , nos pitaba al fútbol, y realmente era todo un personaje , los tenía bien «puestos» , en más de un partido salió por piernas , pero continuaba con su afición. Buena persona.