Cambian los tiempos, cambian las formas y cambian los personajes, pero la vieja ceremonia centenaria sigue ahí, más fuerte que nunca. Las fotografías de Paco Grau nos cuentan la historia de las cabalgatas olvidadas de los años ochenta del pasado siglo. Son ángulos inéditos, imágenes inverosímiles en las que ya se pueden adivinar los rasgos básicos de los grandes festejos que hoy dedica esta ciudad a los Reyes Magos.
La transformación de estos actos ha sido un proceso gradual, que empezó a visualizarse desde que el Ayuntamiento con el apoyo de la Asociación de San Jorge decidiera asumir la organización de la Cabalgata. Poco a poco han ido desapareciendo los elementos más accesorios y el festejo ha ido ganando en rigor y en participación. Las fotografías de Paco Grau nos hablan de unos tiempos en los que los Reyes se presentaban públicamente en el gigantesco cine Colón, en los el papel de pajes todavía no había sido asumido por una legión de jóvenes entusiastas y en los que el acto de la Adoración no había alcanzado el punto de brillantez que tiene en la actualidad.
A pesar de todas estas transformaciones, el espíritu de los festejos epifánicos ya estaba ahí, en toda su integridad. Con otros estilos, con otras estéticas, el objetivo era el de siempre: crear un ambiente mágico para encantar a los niños y para sumergirlos en una gran noche de ilusión con el personal sello alcoyano. La vieja comitiva real recorre el tiempo y se adapta a los nuevos escenarios. Estamos ante un ritual perfecto al que han contribuido miles de personas anónimas, que a través de los años han hecho su particular aportación.