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Cotes Baixes, hace menos de 40 años
Javier Llopis - 04/02/2019

No es Pakistán, ni ningún país africano arrasado por la miseria. Estas imágenes fueron tomadas por Paco Grau en Alcoy en torno al año 1982. Todas las fotografías se hicieron en el antiguo vertedero de Cotes Baixes; un mundo aparte, situado a muy pocos metros del casco urbano. Varias familias habían convertido la basura en su principal fuente de subsistencia; niños y mayores rebuscaban a jornada completa entre los desperdicios y vendían todo aquello que tenía cierto valor. Este paisaje humano, que ahora nos puede parecer inimaginable y escandaloso, era una durísima realidad hace menos de cuarenta años. Mientras Alcoy se preparaba para entrar en la modernidad, en su extrarradio se podían ver estampas que recuerdan a aquellas impactantes fotos de Dorothea Lange, que inmortalizaron la Gran Depresión del 29 en Estados Unidos.

Durante décadas Alcoy depositó sus basuras en un barranco ubicado en la zona de Cotes Baixes. En aquellos tiempos, no había recogida selectiva ni existían las plantas de transferencia de residuos. Todos los desperdicios de la ciudad iban a parar este paraje, que fue una de las peores herencias que recibió el ayuntamiento democrático de 1979. Olores, problemas sanitarios e incendios eran la penitencia de aquel desastre urbanístico y ambiental. Los vecinos de la Zona Norte y de Font Dolça, situadas a muy pocos metros, eran las principales víctimas y convirtieron el cierre de aquel vertedero en uno de los ejes centrales de sus reivindicaciones.

Hay que señalar, sin embargo, que detrás de aquel despropósito había una historia humana de la que todos nos hemos olvidado. Varias familias se instalaron en medio de los desperdicios  y convirtieron los residuos en su principal fuente de subsistencia. No había distinciones de sexo ni de edades, todos participaban en esta búsqueda diaria, en la que cualquier objeto podía adquirir valor: desde los envases de vidrio, a muebles estropeados, pasando por chatarra o telas. Se aprovechaba todo e incluso disponían de su propia piara de cerdos, que se alimentaba con los restos orgánicos. Se instalaban en chabolas en medio de montañas de residuos y vivían en unas condiciones de salubridad que hoy sólo se ven en los peores países del tercer mundo.

Aquella singular forma de vida desapareció conforme se fue regularizando la situación del vertedero. En torno a la década de los noventa del pasado siglo, se clausuró definitivamente Cotes Baixes y los residuos se enviaron a otros vertederos, como el de Xixona. Posteriormente,  en el año 2008, se suprimió un vertedero de residuos industriales y de inertes, que se había ubicado en la zona. Finalmente, el pasado mes de abril, el Ayuntamiento de Alcoy terminaba la conversión del antiguo depósito de basuras en zona verde. Nada queda allí que nos recuerde a la gente que aparece en las fotografías de Paco Grau.

Este estremecedor reportaje fotográfico nos sitúa ante la obligación de reflexionar sobre nuestro pasado más reciente. Hay que mirar con detenimiento unas imágenes que son toda una cura de humildad. Aunque ya nos hemos acostumbrado a vivir en medio de las comodidades del primer mundo, sólo una estrechísima frontera temporal -de menos de cuarenta años- nos separa de unos paisajes tercermundistas, que hoy nos escandalizan cuando vemos el telediario  tranquilamente sentados en el sofá de casa.

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