Por suerte o por desgracia, Alcoy ha colocado sus Fiestas en el mes más loco del año: abril. Son unos festejos de calle y nos guste o no nos guste, la incertidumbre meteorológica forma parte del paquete; junto a la música, el escenario irrepetible de San Nicolás o la brillantez de las escuadras y de los boatos. El temor a la lluvia es un compañero molesto con el que hemos aprendido a convivir.
El aplazamiento de las dos Glorias de este año vuelve a poner de actualidad el asunto. Paco Grau nos muestra en una selección de viejas fotos el extraño paisaje que se crea cuando el agua cae a mares sobre un acto festero.
Mirar al cielo pidiendo intervenciones divinas, apretarles las clavijas a los meteorólogos para que se comprometan a proporcionarnos buen tiempo o llevarles cestos de huevos a las monjas clarisas, son algunas de los métodos utilizados por los habitantes de esta ciudad para acabar con la maldita incertidumbre. Ninguno de ellos tiene probada su efectividad al cien por cien. Los alcoyanos –festeros y no festeros- encaramos cada Trilogía con el miedo a que un clima adverso empañe el esfuerzo y las ilusiones de todo un año. En esta vida, hemos visto de todo: calores veraniegos, nevadas el día de San Jorge, chaparrones incontenibles que arrastran sillas por la calle de San Nicolás, Glorias con temperaturas siberianas y, en algunas contadísimas ocasiones, un tiempo primaveral de brisas y soles que se ajusta a los preceptos marcados en el calendario de las estaciones del año.
Cada vez que llueve, la Fiesta alcoyana nos proporciona un paisaje insólito compuesto de pequeños gestos heroísmo y de desafíos a los elementos. Mientras las autoridades deciden si suspenden o no suspenden, espectadores y festeros aguantan carros y carretas; nadie quiere dar el primer paso para cortar la celebración, aunque esta resistencia inhumana suponga llegar a casa empapados y con los primeros síntomas de un catarro de grandes proporciones. Las fotografías de Paco Grau nos cuentan esa historia, ese mágico momento en el que los alcoyanos intentamos luchar con la climatología.
A partir de aquí, sólo queda esperar que el aplazamiento de las dos Glorias haya sido un mal sueño y que los festejos de este 2019 se desarrollen con sol y normalidad. Son en mayo y eso siempre es un punto a favor.