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La Cabalgata de la gente
Javier Llopis - 06/01/2014

A los cronistas se nos suelen llenar las páginas de adjetivos rimbombantes y de esdrújulas. Mágica, centenaria, suntuosa, intocable, multitudinaria, majestuosa o magnífica son algunas de las grandes palabras utilizadas habitualmente para referirse a la Cabalgata de Reyes de Alcoy. Sin embargo, ninguno de estos sonoros conceptos es capaz de reflejar el verdadero núcleo central de esta celebración: la complicidad absoluta de la gente, la implicación de una ciudad entera en la organización de un ritual, que cada 5 de enero hace que nos sintamos orgullosos de nosotros mismos. Nada resume mejor esa especial relación que los centenares de jóvenes alcoyanos, que cada año se pintan los rostros de negro, se visten de paje y se suman con la imparable alegría de la naturalidad a un festejo, que sin ellos perdería buena parte de esencia popular.

Este magnífico reportaje gráfico de Paco Grau quiere mostrarnos la otra cara de la 129 Cabalgata de Reyes de Alcoy, que se celebró el domingo 5 de enero. Se trata básicamente de poner el foco sobre unas imágenes que normalmente se quedan fuera de la versión oficial de este gran festejo. Hay una trastienda divertida, nerviosa y participativa detrás del gran desfile, que durante unas horas inolvidables recorre las calles de la ciudad, provocando la ilusión y la locura de miles de niños. Esta crónica fotográfica quiere ser un pequeño homenaje a unos personajes cuyo papel queda a veces oscurecido por el rigor organizativo y por la dictadura de los horarios; unos personajes que resumen perfectamente el carácter cívico de esta celebración.

La fórmula viene funcionando con un éxito rotundo desde que hace treinta años el Ayuntamiento decidió asumir, con el apoyo de la Asociación de San Jorge, la organización de la Cabalgata. En Alcoy, no hay Reyes patrocinados por los grandes almacenes, no se convierte la cita en excusa para rendir pleitesía a ningún preboste local y se ha logrado el milagro de dejar el festejo al margen de las miserias de los protagonismos políticos. En Alcoy, esta fiesta es de la gente: de las asociaciones que cada año reciben como un gran honor el encargo de organizar un rey, de los grupos de danzas y de “dolçaina”, de las bandas de música y de los centenares de voluntarios de todas las edades, que cada 5 de enero combinan sus esfuerzos desinteresados para que el rito continúe y para que no pierda ni un gramo de su frescura ni de su autenticidad. En Alcoy, disfrutamos cada año con la Cabalgata de la gente y hay momentos en los que resulta muy difícil distinguir a los espectadores y a los actores de este maravilloso teatro colectivo.

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