Corría la década de los ochenta y los alcoyanos asistían extasiados al espectáculo de la ingeniería. La construcción del puente Fernando Reig fue un proceso que se prolongó durante casi dos años y que ofreció imágenes que ya forman parte de la historia de esta ciudad. El inagotable archivo de Paco Grau nos ofrece un completo relato de aquellas obras colosales, una crónica de la gestación de una infraestructura, que treinta años después y a causa de graves problemas de conservación se ha convertido en el protagonista negativo de la actualidad alcoyana.
El puente tenía un presupuesto redondo: mil millones de pesetas de las del año 1985. La gran pasarela sobre el río Barxell fue una propuesta del alcalde José Sanus, financiada por el Ministerio de Fomento. El proyecto surgía como solución para el tráfico de una ciudad eternamente atrapada entre barrancos y carreteras con trazados decimonónicos. La obra, gigantesca en coste y en despliegue de medios, nacía también con voluntad de monumentalidad, integrándose en el paisaje y convirtiéndose en un sello de modernidad. El ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez fue el máximo responsable de esta actuación, que aportaba a la ciudad de los puentes un diseño avanzado, singular y lleno de elementos innovadores.
Los trabajos se iniciaron en 1985 y terminaron en 1987 en medio de una gran celebración popular en a que no faltaron los fuegos artificiales y las multitudes. Durante unos meses, los habitantes de Alcoy contemplamos con incredulidad obras que rozaban lo imposible: desde la construcción de la pilastra central a los complejos equilibrios del montaje de la plataforma. En aquel ”tour de force” de la ingeniería civil todo era gigantesco. Los periódicos de la época ofrecían crónicas completas de las diferentes fases de aquel proceso constructivo, se seguían al detalle los movimientos de las grúas y los fotógrafos locales competían a la hora de encontrar el ángulo más original.
Un 27 de abril, apenas superada la resaca de las Fiestas, se procedía a la inauguración de aquella infraestructura. A partir de aquel momento, ya nada fue igual. La circulación rodada en esta ciudad experimentaba una auténtica revolución al incorporar esta nueva salida para la Nacional 340. El puente se convertía en imagen de marca de una comunidad en pleno periodo de transformación y recibía importantes galardones en reconocimiento a su carácter innovador.
Treinta años después, el Fernando Reig está cerrado por el deterioro de los tirantes que sustentan la plataforma. Esta situación, que se prolonga desde hace siete meses, mantiene estrangulada la ciudad y se prolongará por lo menos durante otros trece meses. La reparación costará 10 millones de euros, casi el doble de los 6 millones que costó la construcción y mientras tanto, esta gran obra de ingeniería se ha situado en el centro de una fuerte polémica política, en la que no faltan las tensiones entre instituciones.
Las viejas fotografías de Paco Grau nos devuelven a otros tiempos en los que las cosas parecían más simples y en los que las instituciones parecían disponer de un fondo inagotable de dinero público para afrontar los más grandes retos. Mientras en las tertulias se barajan las teorías más disparatadas sobre el verdadero origen de los problemas del puente, estas imágenes antiguas nos sitúan ante unos días muy diferentes a esta época de postcrisis y de recortes; nos hablan de un momento de nuestra historia en el que llegamos a creernos que todo era posible.