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Tiempo de mascarillas
Javier Llopis - 11/05/2020

Hasta hace muy poco tiempo, las imágenes de ciudadanos caminando por las calles con una mascarilla formaban parte de los exóticos reportajes de las grandes ciudades del Japón atenazadas por la contaminación. En poco más de dos meses, esta prenda se ha convertido en una pieza fundamental de nuestra vida cotidiana. Paco Grau nos cuenta este cambio con sus fotografías.

Para la Historia, ésta será la primavera del coronavirus y de las mascarillas. En medio del más duro confinamiento o durante el periodo de “libertad vigilada” iniciado esta semana, este artículo sanitario se ha convertido en un elemento omnipresente de nuestras vidas. El paisaje humano de las calles de Alcoy es un paisaje de gente enmascarada tras esta protección, que en cuestión de días ha pasado de los ambientes sanitarios a la indumentaria normal de cualquier ciudadano.

Hay un aire de misterio, una sensación intranquilizadora ante la contemplación de estas fotografías de ciudadanos abordando sus quehaceres diarios con el rostro tapado. En todas sus versiones y en todos sus estilos, las mascarillas han entrado a formar parte de la extraña normalidad de la pandemia. Se han convertido en tema de conversación, se discute sobre su calidad, sobre la forma en que se han de colocar correctamente y hasta empiezan a aparecer los primeros estilosos que marcan originalidad con diseños y decoraciones personalizadas.

Algún sociólogo tendrá que hacer algún día un trabajo de investigación sobre la capacidad que tiene la gente para adaptarse a las situaciones más anómalas. Poco a poco, millones de ciudadanos van reconstruyendo sus vidas en un mundo de mascarillas, geles desinfectantes, guantes y distancias de protección. El miedo a la muerte y a la enfermedad, el temor hacia un futuro económico catastrófico y la perplejidad ante una crisis tan brutal como inesperada acaban cediendo terreno ante actos tan simples y tan necesarios como comprar el pan, dar un paseo o salir al supermercado para llenar la despensa.

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