Dos rostros de piedra que se miran ajenos al paso del tiempo, un ángel silencioso que espera eternamente en una fachada o dos estrellas que flotan sobre el cielo de la ciudad. Son los infinitos detalles del Alcoy modernista; pequeñas maravillas que están ahí desde siempre y cuya presencia nos pasa inadvertida en medio de la rutina del día a día. Paco Grau se ha dado un paseo por ese mundo cotidiano y desconocido y nos ha dejado este sorprendente catálogo de arte a pie de calle.
Hagamos un triángulo imaginario entre las calles de San Nicolás, San Lorenzo y el Parterre. Dentro de su perímetro, en una superficie de terreno sorprendentemente reducida, cualquier espectador curioso puede disfrutar de un retablo de las maravillas en el que se refleja una de las etapas más brillantes de la historia de esta ciudad. Es un universo de piedra, de hierro forjado y de madera, que ha sido capaz de resistirse al paso del tiempo y a todas las acometidas del urbanismo salvaje y la especulación. Las fachadas del centro de Alcoy están cuajadas de pequeñas joyas, de modestos elementos decorativos dotados de una singular potencia visual, que están ahí para el que quiera disfrutar de ellas. Son los restos del modernismo alcoyano, los testigos mudos de una época afortunada en la que la utilidad no estaba reñida con la belleza. Es una explosión de creatividad y para disfrutar de ella, sólo hay que levantar un poco la vista del suelo.
El reportaje gráfico de Paco Grau es una invitación a rebuscar en esa parte ignorada de nuestro patrimonio. La Historia está en los libros y en los archivos, pero también puede estar a la vuelta de la esquina; en el rincón de una fachada, en el tirador de una puerta o en la hermosa barandilla de un balcón. Sólo hace falta detenerse un momento en los detalles.