Para encontrarse con una Plaça de Dins tan abarrotada hay que buscar las referencias en las grandes citas festivas de Alcoy: Día de San Jorge, Domingo de Gloria o un sábado potente de “entraetes”. Xavi Castillo trasciende la frontera teatral y convierte su presencia en un acontecimiento social de primer rango. Centenares de espectadores acudieron a sus “25 anys de romanços” y disfrutaron con sus parodias. Paco Grau nos hace su particular crónica gráfica de una tarde para el disparate y las complicidades.
Era la primera actuación de Xavi Castillo en Alcoy tras unas elecciones que han puesto patas arriba el mapa político de la Comunitat Valenciana y que han condenado a la jubilación forzosa a algunos de los más destacados personajes de su galería de monstruos. El inicio del espectáculo era obligado: el “The End” de una Rita Barberá colocada ante el final de su carrera política. Las notas de la canción de los Doors sonaban a despedida desesperada, entonada por una alcaldesa tristemente espatarrada en su trono e incapaz de asumir la magnitud del desastre. Castillo nos demostraba, una vez más, que la distancia entre lo trágico y lo ridículo es mínima y abría el fuego para las carcajadas con un cuadro en el que no faltó el hippy Benavent, última incorporación notable a al universo de estrellas del gran manicomio político valenciano.
Cuando Xavi Castillo está sobre un escenario es imposible cualquier previsión. Durante una hora el actor alcoyano mostró su capacidad para tejer complicidades con el público y repasó algunas de sus mejores parodias, dándonos un anticipo de sus próximos personajes, entre los que figurará un inevitable Ximo Puig, convertido en “el del gatet”. Hubo tiempo para todo. Para que Alfonso Rus siguiera contando billetes y para que el cómico reconociera ante la multitud que sí, que la grabación es una sutil maniobra castillesca de suplantación de identidades de la que es totalmente inocente el ya ex alcalde de Xàtiva. El acto reinterpretó las piezas más conocidas del repertorio de Ovidi Montllor y acabó con el imprescindible capitán moro y con una escuadra mixta infantil.
En la Plaça de Dins había espectadores de todas las edades. La actuación de Xavi Castillo dentro de la 25 edición de la Mostra de Teatre tenía algo de acto de reafirmación colectiva ante una Comunitat Valenciana que cierra una de las etapas más tristes de su historia y que inicia un periodo de tiempo lleno de expectativas de cambio. Había ganas de celebrar y se festejó la ocasión con la mejor fórmula del mundo: la de la risa. Con el radical cambio de nombres y de caras en la política valenciana, Castillo se enfrenta a un nuevo ciclo en el que deberá buscar nuevos personajes y nuevos territorios para sus parodias. De momento y a la vista de sus “25 anys de romanços” sólo se puede exclamar un ¡qué nos quiten los bailado y lo reído!.