Como la práctica totalidad de las ciudades españolas, Alcoy es tierra de salvajadas urbanísticas. Alcaldes, concejales y gobiernos de todos los colores políticos han pasado por nuestra historia y en algún momento de sus carreras políticas han hecho su particular aportación a este legado siniestro, en el que se combinan las agresiones a patrimonio, las ofensas a paisaje, los chanchullos de juzgado de guardia y las demostraciones de pura incompetencia. Nuestro casco urbano ha quedado marcado para siempre por estas fechorías. Ahí va una primera lista de doce, pero aún guardamos más.
1. La modernidad es una caja de zapatos
Llegó la modernidad a Alcoy y era una inmensa caja blanca de zapatos colocada en plena plaza de España. Sobre las cenizas del viejo Cine Avenida se levantaba nuestra primera gran superficie: un Simago grande y reluciente, que era recibido como una de las siete maravillas del mundo Siempre a Precios Bajos. Corrían los años setenta del siglo pasado y nadie, absolutamente nadie, le puso pegas a aquel inmenso mazacote de cemento, a pesar de que destrozaba visualmente el paisaje del corazón de Alcoy y de que rompía los principios más básicos del equilibrio arquitectónico del rincón más noble de la ciudad. La caja se quedó ahí para siempre y a lo largo del tiempo adoptó diferentes nombres y diferentes identidades, pero nunca dejó de jugar su papel de gran bloque amenazante y antiestético.
2. Derrotado por KO
En la batalla entre los edificios singulares y los bloques de apartamentos, siempre ganan por KO los bloques de apartamentos. El viejo Monterrey (cine de verano, espacio para música, recinto deportivo y un interminable etc) cayó víctima de esta guerra sin que nadie saliera en su defensa y fue sustituido por un moderno edificio de viviendas. Aquel espacio al aire libre, con un entrañable estilo tex mex, tenía grandes posibilidades como escenario cultural o como punto de encuentro social y a pesar de eso, fue olímpicamente despreciado El furor inmobiliario hizo posible el desastre: de los programas dobles con la omnipresente película de Fantomas pasamos a la nada. Aunque oficialmente el inmueble no tenía ningún valor arquitectónico, Alcoy perdió con él un mundo de posibilidades. ¿Se imaginan ustedes un festival de jazz veraniego con conciertos nocturnos en el viejo Monterrey?. ¡Pues eso… a imaginárselo!.
3. Después de la fiebre del oro
Corrieron las licencias, volaron a la velocidad del sonido las tramitaciones de los planes urbanísticos y dicen las malas lenguas que también hubo un tráfico considerable de favores. Era la fiebre del oro inmobiliario y las excavadoras se pusieron a pegar bocados en la Sierra de Mariola. La urbanización de Serelles es la historia de unos chicos listos que buscaban la riqueza entre ladrillos y chalés y que al final, nos legaron a todos los alcoyanos una mierda como el gorro de un picador y una lista inacabable de carísimos pleitos para el Ayuntamiento. Este proyecto imposible, ilegal y vergonzoso nos ha dejado la imagen de unas cuantas viviendas unifamiliares perdidas en un paisaje arrasado por la avaricia. El cuadro debería quedarse así para siempre, para recordarnos que un día estuvimos gobernados por unos tipos con más cara que espalda.
4. El Tetris
Dicen las crónicas apócrifas que un ministro de Vivienda de Franco remitió una carta al Ayuntamiento de Alcoy abroncándolo por la salvajada del barrio de Santa Rosa. La barbaridad urbanística era de tal calibre, que hasta consiguió escandalizar a un régimen que consideraba un logro convertir las costas españolas en un muro de cemento para turistas. Los alcoyanos huían a millares del casco antiguo y había que meterlos en algún sitio. El urbanismo de la época estaba claramente inspirado en los principios del Tetris y se enfrentaba a un único reto intelectual: construir el máximo de pisos posible, en el menor espacio posible (ni un miserable arbolito, ni una miserable zona verde) y con la mayor ganancia posible para el promotor. Algunos ilustres próceres alcoyanos de “intachable” conducta y de “acreditado” patriotismo se pusieron las botas con aquella operación. Los platos rotos del desastre llevamos décadas pagándolos entre todos.
5. El Triángulo de las Bermudas
Por no tener, no tiene ni nombre. La entrada de Alcoy por la zona de Renfe es un Triángulo de las Bermudas, en el que se juntaron todas las incompetencias urbanísticas de todos los gobiernos municipales alcoyanos. Tenemos de todo: la cochambrosa estación de un tren cochambroso con sus correspondientes vías cochambrosas, varios centros comerciales, una gasolinera en pleno casco urbano, el arranque de un bulevar que no va a ningún lado, un polígono industrial, una urbanización, unos cuantos solares llenos de roña y bloques de pisos normales para personas normales. Nos hallamos ante un canto a la “desplanificación” urbanística, ante una orgia de desastres, que volvió loco hasta el tipo que pintó las rayas de los carriles en la calzada: los automovilistas entran en un paroxismo de claxons cada vez que circulan por este laberinto de líneas y más líneas, que se entrecruzan sobre el asfalto en busca del siniestro total.
6. El zoo de cristal
Este par de torres gemelas que hubieran sido la envidia de cualquier pueblo de la costa, se convirtieron, no obstante, desde el momento de su construcción en motivo de un encendido debate ciudadano. No sólo por la aparente contradicción de ser viviendas de lujo y estar situadas debajo de un puente (el de San Jorge) ni porque para completar el proyecto fue necesaria una recalificación de terrenos y el desmantelamiento de una de las industrias señeras alcoyanas La Estambrera, ni porque el entonces concejal de urbanismo hiciera célebre aquella frase de “no se concederá la licencia de obras si el edificio supera la rasante del puente” ni porque la edificación oculta el horizonte como si una nave nodriza hubiera aterrizado junto al rio Riquer, sino sobre todo porque ha transformado las vidas privadas de sus inquilinos en vidas públicas, gracias a la cercanía y a los cristales, que se han convertido ahora en uno de los principales alicientes que tienen los paseantes que “peguen la volta als ponts”.
7. La plaza donde Spiderman lo tendría crudo
Situada los terrenos que en otro tiempo ocupo la estación de cabecera de la línea ferroviaria Alcoi-Gandia, la plaza de Al-Azraq ha salido airosa a los numerosos intentos de urbanización. De hecho, de plaza sólo tiene el nombre porque es un descampado agreste flanqueado por unos barracones escolares, un juzgado de mármol color rosa con forma de tricornio y un cuartel de la Guardia Civil en proceso de ruina. Completan el conjunto un monumento a una de las locomotoras que transitó la línea y cuatro palmeras (4) marchitas. Lo cual no deja de tener mérito ya que estos ejemplares pueden crecer en cualquier lugar del mundo (zonas templadas, manglares, bosques tropicales, desiertos) excepto en la plaza de Al-Azraq. Como no tiene ninguna función definida aprovecha para cualquier cosa: como aparcamiento, para montar un circo, los autos de choque de Alfonsito y Miguel, para exponer el velero ganador de la Copa América o como improvisado coso taurino.
8. El Yin y el Yan
El palacete de Oliver, esquina con Isabel II, actual sede de Servicios Sociales aunque originalmente proyectado como Oficina de Turismo y sede de la desaparecida fundación Alcoy Puente de Culturas, es una metáfora en forma de edificio de la historia reciente de la ciudad. Por una cara es palacete, símbolo de un pasado industrial dominado por una floreciente y próspera burguesía que se permitía el lujo de invertir parte de sus beneficios en el arte creado bellos edificios de aire modernista amplios y luminosos. Por la otra está el presente. Un muro sucio y oscuro. Un pegote que corta de raíz cualquier conexión con la historia y que ofrece un preocupante mensaje gris de simpleza, monotonía y mediocridad.
9. Planeta Tatooine
Originalmente fue un espacio en el que había tierra, algunos árboles frondosos y unos jardines con rosas que acabaron por dar nombre a la plaza. Con el tiempo alguien vio la posibilidad de hacer un buen negocio y se le ocurrió construir un parking bajo los rosales, a pesar de la oposición de vecinos, simpatizantes y parte de la oposición. El resultado fue que donde antes había una zona verde ahora hay: una superficie de cemento tan inhóspita y árida como el Planeta Tatooine (que como todo el mundo sabe és el lugar donde creció Luke Skywalker) un parking subterráneo más siniestro que la guarida del Jabba The Hut y unas marquesinas calcadas a los cruceros imperiales que comanda el malvado Darth Wader. Esta curiosa serie de coincidencias ha hecho que un grupo de ciudadanos lance una propuesta al Ayuntamiento (si le quedan fondos tras las multas, gastos de legalización, aplicación a la sentencia judicial, etc.) para que la convierta en un parque temático dedicado a Star Wars, ya que de zona verde no sirve.
10. A rellenar, hasta enterrarlos en el mar
Hay una manera infalible de saber la edad de un alcoyano o de una alcoyana: si el personaje en cuestión guarda en su memoria la imagen de la feria o de un circo ubicado en el Terrer, es que ya ha superado el medio siglo. Para los más jóvenes, vale la pena recordar que la plaza Emilio Sala (el Terrer) era en su tiempo eso: una plaza, un gran espacio vacío entre edificios, en el que los alcoyanos celebraban importantes acontecimientos festivos y sociales. Esta situación duró hasta que el Ayuntamiento de la época llegó a la conclusión de que aquel descampado era el lugar ideal para ubicar el edificio de Correos. A partir de ahí, se acabó la plaza y empezó esa cosa tan rara que hay en la actualidad. Hay que dar gracias al cielo por el escaso éxito obtenido en Alcoy por la denominada doctrina urbanística del relleno. ¿Se imaginan un Corte Inglés en la Plaça de Dins? y ¿un edificio de apartamentos en el Parterre?.
11. Yo me los llevé al río
El colegio Miguel Hernández (incluidas las eternas aulas provisionales) no daba más de sí. Había que construir un nuevo centro escolar público para el barrio. La Zona Norte disponía de numerosos solares, entre ellos la gran plaza de Al Azraq, que habría cobrado vida y sentido con un edificio educativo. Situado ante esta disyuntiva, el Ayuntamiento de la época tomó una decisión, que ya ha pasado a los anales de la estupidez humana: llevarse a los niños al río y construir la nueva escuela en uno terrenos ubicados en una inclinada ladera fluvial. A pesar de la polémica, la propuesta presentaba ventajas innegables: el solar le costó un riñón a la Administración y está lejos de todos los sitios menos del hospital. Padres, madres y alumnos se ven obligados a hacer cada día una pequeña peregrinación para acceder al nuevo Miguel Hernández, convertido en un ejemplo vivo del urbanismo parapsicológico.
12. A hostias con la skyline
Alcoy debe ser la única ciudad de este mundo que se ha cargado a hostias su skyline. La hermosísima imagen de nuestro casco antiguo, que se podía divisar desde el puente de San Jorge, ha desaparecido del mapa a golpes de excavadora y de piqueta. Todos los gobiernos municipales han puesto su granito de arena para conseguir el milagro: transformar en un desierto de solares vacíos una zona que reunía en sí misma la historia de Alcoy y algunos de sus principales valores arquitectónicos. Por extraño que parezca, esta masacre se ha perpetrado mientras las corporaciones municipales aprobaban un día sí y al otro también ambiciosos planes urbanísticos para recuperar nuestro centro histórico. ¡El que quiera skyline, que se vaya a Nueva York o que mire hacia el Hotel Reconquista y hacia los bloques de La Estambrera!. La cosa no da para más.
el triángulo de las bermudas es sin duda un portal interdimensional a las antípodas. yo una vez, queriendo subir al preventori acabé en el Valle de los Caídos.
j
Vos falta també el «centre comercial»
Mi felicitación por el artículo. Es excelente y a la vez deprimente ver y leer como ha y han cambiado Alcoy…
Si en los últimos 50 años se ha producido este cambio, como cunda el ejemplo,¿ que recibirán nuestros nietos cuando tengan nuestra edad ?
El meu suport per tan justificada denuncia pels desastres urbanistics de la ciutat d Alcoi i que, encara continua. Quán aprendrem a no deixar-los fer i des- fer segons els seus criteris interesats i en contra del bé comú. En hora bona!
He leído con atención el artículo «Doce del patíbulo» y me gusta. Me gusta mucho. Los errores del pasado sólo sirven para no cometerlos hoy: tenemos en Alcoy el proyecto de la redacción del nuevo Plan General de Ordenación Urbanística sobre la mesa. No podemos perder esta oportunidad para construir una ciudad equilibrada!
Hola:Llegir a Javier,es com llegir a» Cervantes»- sempre el a tingut com el Eduardo Haro del periodisme,com li va dir Ricard Baño en el seu aniversari- yö tambe el admire. de mols anys en guardava les fulles del informació dels articles dell.
enhorabona per el articul,magrada mol.-
Javier podria estar sense feli sombra ningu en periodics com » el pais-publico…ó The Times»-,ell sap be que no sam fet ni un cafe junts.-salutacions cordials.-
El comentario que se les pueda dar a las fotos proyectadas, en el momento de su escritura es una persona muy valiente para saber decir lo que siente, muchas veces por el reproche, pero no es así AMIGOS, sois muy valientes en hacerlo y en malpensarlos porque transcurrido un tiempo, veréis que se transforma en realidad vuestro pensamiento de ahora.
A escribir vuestros sentimientos, buenos o regulares que cada día os saldrá mejor y vuestro recuerdo será mas importante.- ADELANTE A LOS COMENTARIOS Y RESPUESTAS.-
El palacete de Oliver no es otra cosa que una antigua masia llamada Clot de Barceló o de Cossiol. Cerca de ella hay otras masias que tenian ese nombre «CLOT DE….». De ahí el Carrer dels Clots, antiguo Camí dels Clots. ¿no sería mejor llamarla Clot de Barceló?