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La ruta del fiambre
Pese a lo que inicialmente pudiera sugerir su denominación la ruta del fiambre ni tiene carácter gastronómico ni guarda relación alguna con lugares donde se comercia con carnes o pescados
Redacció - 03/08/2015
La ruta del fiambre

Alcoi como muchas ciudades que tienen una ruta que las distingue del resto (Madrid la de los Austrias, Barcelona la de Gaudí, San Sebastián la de los pinchos, Teruel la de los dinosaurios, Valencia la del bacalao y la del despilfarro) tiene su propia ruta. Una ruta que le da carácter, personalidad y la convierte en un destino turístico singular. Es la denominada ruta del fiambre.

Lamentablemente pese a su trascendencia la ruta del fiambre es una gran desconocida para la mayoría de alcoyanos. Como quien dice la cenicienta de las rutas alcoyanas, condenada a vivir a la sombra de otras, más populares pero también más veniales, como: la del colesterol, la del modernismo, la de los museos cerrados, la de los solares abandonados, la de los concejales tránsfugas o la de las calles cortadas en eterno proceso de reparación.

Pese a lo que inicialmente pudiera sugerir su denominación la ruta del fiambre ni tiene carácter gastronómico ni guarda relación alguna con lugares donde se comercia con carnes o pescados (previamente asados o cocidos que se consumen fríos). La ruta del fiambre está relacionada con el más allá. Con el tránsito de la vida a la muerte y más concretamente con toda la imaginería que  acompaña a dicho traspaso: lápidas, nichos, sepulturas, estelas urnas para cenizas,  y arte funerario en general.

La ruta se inicia en la rotonda de entrada a la ciudad por la N-340 justo donde se encuentra ubicada la escultura conocida como Rueda Rotaria. Allí el viajero iniciará este corto pero intenso peregrinaje, planteándose dos trascendentales preguntas: ¿Por qué un símbolo privado ocupa con tanta alegría un espacio público? Y, sobretodo, ¿por qué son tan feas las esculturas que adornan los espacios públicos alcoyanos en general y las rotondas en particular?

Cruzando la calle comenzará la ascensión por la carretera de la Font Roja, y a la altura del número 14, realizará la primera parada en un amplio establecimiento donde se ofrecen trabajos funerarios lápidas, panteones y lápidas para nichos (que por lo visto son diferentes del resto de lápidas). La atenta observación de las piezas en exposición servirá al viajero para deleitarse en el antiguo arte de la imaginería funeraria, a la vez que le permitirá meditar sobre lo fútil de la existencia y lo mudable de la gloria humana.

A escasos metros, de allí, justo en el número 10, encontrará otro establecimiento de características similares en el que se elaboran todo tipo de lápidas y esculturas en mármol y granito, para la capital y la provincia. Y además se facilitan presupuestos sin compromiso. Ante el despliegue de cruces, vírgenes y San Jorges Matamoros el viajero no podrá sino reflexionar nuevamente sobre el hecho que ‘la muerte es algo que no debemos temer porque mientras somos ella no es y cuando ella es nosotros ya no somos’.

Después de una parada para hidratarse y recuperar fuerzas el viajero continuará la ascensión deleitándose con las magníficas vistas de la necrópolis de la Serreta. En su avance dejará atrás una ebanistería que se caracteriza por sus finos trabajos (entre los que, aunque ningún cartel lo indique, se podría considerar la construcción de ataúdes) y a la izquierda un almacén de maderas para la elaboración de los más variados objetos de carpintería, entre ellos, los populares pijamas de ese material.

Tras avanzar unos cuantos metros el viajero afrontará la última etapa, no sin antes realizar una nueva parada junto al cartel de Lápidas, Panteones y Escultura Ferrer en la que aprovechará para reemplazar los líquidos consumidos durante la ascensión. Seguidamente el viajero deberá ascender aún unos pocos metros hasta alcanzar el destino final y, sin duda, el punto de mayor atractivo del recorrido: El Cementerio Municipal de San Antonio Abad.

Un cementerio planteado como una ciudad de los muertos, una ciudad dormida, que sigue prototipos academicistas del siglo XIX, que presenta una tipología poco habitual ya que cuenta con galerías subterráneas perimetrales semejantes a catacumbas bien ventiladas y con iluminación natural y que, además, alberga numerosos monumentos de gran valor arquitectónico. Entre ellos, el panteón del alcoyano Agustín Gisbert, ganador en el año 2014  del  Primer Concurso de Cementerios de España.

De forma que el Cementerio de Alcoy  no sólo es uno de los de mayor interés turístico de España y de Europa, sino que gracias a las numerosas visitas guiadas, tanto diurnas como nocturnas y a las rutas literarias y musicales se ha convertido en uno de los puntos de mayor actividad de la ciudad. Muy por encima de la de los despachos del Ayuntamiento o del Centre Cultural.
Tras un recorrido entre los monumentales panteones y tumbas, en los que no deberá descuidar los ingeniosos epitafios del ‘Cementerio Civil’ ni el consumo de líquidos, el viajero saldrá del camposanto dejando atrás sus recios muros en los que podrá leer: ‘Este es el paraiso. Hay – vida eterna Dios existe’. Pintada que a pesar de la profundidad que se le intuye no trasmite con claridad el mensaje que sí consigue aquella otra situada a las puertas del Cementerio de Guissona: ‘Sou el que nosaltres erem, sereu el que nosaltres som’.

Finalizada la ruta, antes del regreso, el viajero se tomará un instante para dar una última mirada al Camposanto desde la perspectiva que le permiten las instalaciones del Polideportivo Municipal. Y si su organismo así lo requiere aprovechará para evacuar los líquidos sobrantes. Una pausa que le permitirá, tal vez, una última reflexión acerca de los versos del poeta Jorge Manrique ‘nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar’. O si no en el de aquel otro poeta anónimo escritas en las puertas de un vestuario: ‘Aquí estuvo Viriato tocándose el moniato

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COMENTARIOS

  1. Cosantonio says:

    Molt bo. Sols us falta fer referència al cartell de les làpides » Casi miro p’allà»…. BONES VACANCES.

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