La señal está colocada en la puerta superior del Cementerio Municipal de Cantagallet y advierte, por partida doble, mediante una imagen explícita y una exhortativa frase (PERROS NO!) que los canes no serán bien recibidos en está instalación. Que tienen prohibida la entrada, vaya. De hecho la entrada está prohibida a cualquier tipo de animales, incluyendo los seres humanos (con la excepción de los que sean capaces de colarse entre los barrotes) porque las puertas, salvo en contadas ocasiones, permanecen cerradas a cal y canto.
Y si están cerradas a cal y canto ¿a qué viene la prohibición? Y ¿por qué únicamente a perros y no, por ejemplo, al jabalí común (muy abundante por los alrededores) o al lirón careto? ¿No es un exceso de celo? Porque si los perros van acompañados de sus dueños sobra la advertencia. No imagino a nadie –por descerebrado que sea- cogiendo un fémur y lanzándoselo a su mascota al grito de: busca, busca. Entre otras cosas porque los fémures junto con los otros restos óseos suelen encontrarse en nichos o a dos metros bajo tierra. O en caso contrario estaríamos hablando de un problema algo más complicado.
Y si los perros van sin dueño también sobra la advertencia. Pues que se sepa, a día de hoy, el mejor amigo del hombre no ha aprendido a leer. Claro que sí la cuestión es poner una nota de color en esa carcelaria verja gris podría probarse con la señal de peligro indefinido, con la de prohibido el paso, con la de prohibido cambiar de sentido o quizá mejor con la de dirección obligatoria que es muy colorida y se ajusta más a lo que nos espera en el camposanto.