Hasta hace unos días el viandante que circulaba por la acera izquierda del viaducto Canalejas, dirección Plaza de España, podría observar en el zaguán de la parroquia ‘Divino Maestro’ un cartel de proporciones considerables con la frase: ‘Señor no llames a mi puerta, para Ti siempre estará abierta’.
Esta invitación que complementa aquel otro cartel situado en la entrada de otra iglesia que rezaba ‘Jesus te dise ven dentra’ entronca de lleno con el simbolismo bíblico de las puertas abiertas y su dificultad para cerrarlas (‘Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar’ Apocalisis 3:8 ‘y las puertas no se cerrarán’ Isaías 45:1). Tema apasionante donde los haya que ha dado nombre a iglesias como la ‘Cristiana Evangélica de la Puerta Abierta’ en Buenos Aires, la ‘Bautista Puerta Abierta’ en Chulavista, Méjico o la ‘Iglesia Jesucristo La Puerta Abierta’ de Puerto Rico.
Y que a la vez plantea una serie de interesantes reflexiones teológicas. ¿Si el Señor es omnipresente, omnipotente i omnímodo que necesidad tiene de llamar a ninguna puerta? Aparte que si lo intentara al ser su naturaleza incorpórea tendría dificultades a la hora de pulsar el timbre o golpear con sus nudillos sobre la madera. De hecho ¿qué más da que esté abierta o cerrada si Él está dentro y fuera a la vez e incluso tal y como declaró en Juan 10:7 Él mismo es la puerta. ‘En verdad os digo: yo soy la puerta’.
Por cierto, una observación sin ánimo de ofender. Todo este asunto tan recurrente de las puertas en la Biblia, o el hecho de que el mismo Señor se defina como una de ellas (cosa que, por cierto, nos hace ver con otros ojos a Puertas Castalla) ¿podría esconder algún tipo de trauma infantil relacionado con el oficio de carpintero de su padre?
Y para terminar unas últimas preguntas: ¿Si tal y como reza el cartel de la parroquia del Viaducto la puerta siempre estará abierta para el Señor por qué se encuentra cerrada? Y no cerrada rollo ‘He salido un momento. Vuelvo en 5 minutos’ sino cerrada a cal y canto. Tipo correccional, valla de Melilla o jaula de canario. Si es que se ve hasta el cerrojo en primer plano. Lo cual nos lleva a una última cuestión. ¿No piensan que el contraste entre la frase -prodigio de hospitalidad- y la verja cerrada con candado transmite un mensaje equivoco al viandante y genera cierta confusión que, sin quererlo, podría llevarle a la errónea conclusión de que en el seno de la Iglesia hay un profundo abismo entre lo que se dice y lo que se hace?