Hoy tenía un montón de pildoritas para contaros, pero creo que me han subido la medicación y toca jeringuillazo.
La mayoría sabéis que soy crítica con las actuaciones del ayuntamiento, sobre todo cuándo afectan al centro. Sin embargo, hoy quiero empezar siendo crítica con las actuaciones de algunos vecinos que no ayudan a mejorar dónde vivimos.
No son todos malos. Hay un movimiento vecinal estupendo en el centro de Alcoy para evitar que el barrio se vaya a la porra mientras las casas se van cayendo poco a poco. Y esto es literal. Y esa Asociación de Vecinos del Centro es peleona, joven y con ganas de trabajar para salvar lo poco que nos queda. Y se merece un aplauso.
Y desde el ayuntamiento, es cierto que se han promovido ayudas para apoyar el comercio del mismo. Después de informarme, son ayudas bastante liberales en cuanto a la normativa y fáciles de pedir. Aunque su legibilidad es bastante difícil, prestando atención, te das cuenta que se podrían hacer cosas muy chulas. Y esto viene de la parte la Concejalía de Comercio. Mira Vanessa, lo bueno también lo digo.
Así que con todo este apoyo dentro de la mochila decidí que no sería mala idea abrir mi taller de Ilustración en la calle San Francisco. Sí, donde vive la gallipandi, donde roban a los estudiantes cuando están durmiendo, donde está lleno de locales en ruinas y cerrados y donde da un poco de yuyu pasar a determinadas horas.
En realidad soy una persona proactiva y, si me dan la oportunidad, no juego a echar tierra sobre buenas ideas sino que suelo apoyarlas. Puedo ser un poco monotemática con el tema de la dejadez del centro. Pero también es normal que si veo una forma de apoyar o echar una mano, lo haga.
Así que tirando de estas ayudas municipales pensé en abrir el estudio a ras de calle. Imaginaba un pequeño taller que de vez en cuando hiciera jornadas de puertas abiertas, con exposiciones itinerantes y a lo mejor alguna actividad docente. Es decir no gran cosa, pero sí mi granito de arena.
Encontré dos locales, de más o menos 20 metros cuadrados en la zona que indicaba el ayuntamiento por un precio que se ajustaba a mi presupuesto. Y cuál fue mi sorpresa cuando NO he podido alquilarlos, ni rehabilitarlos, ni optar a la ayuda del ayuntamiento porque los dueños de dichos locales solo quieren alquilar en negro. Nada de legalidades.
Si a eso le sumas a aquellos propietarios que piden precios desorbitados por sus locales. Tan excesivos que me sale más barato alquilar en el centro de Alicante y le sumas todos los propietarios que viven fuera y les importa un pimiento lo que pase, pues te da que en toda una calle es imposible alquilar nada. Esa es la misma calle que hay un edificio recién comprado lleno de okupas para tristeza de su nuevo dueño que pensaba rehabilitarlo, la misma calle donde vive gallipandi, la misma calle llena de negocios cerrados y la misma calle que era arteria vital del centro. Y ahora es casi carne gangrenosa de la ciudad de Alcoi.
Supongo que estos mismos vecinos son los primeros que se quejan en los bares de la decrepitud del barrio, los mismos que dicen que el centro se va a la porra y los mismos que protestan sin parar porque sus propiedades se devalúan.
Una vez en el Centro Médico vi un cartelito escrito con rotulador negro, que decía: “A todos aquellos que se quejan de las colas y esperas, que se pregunten qué han hecho por mejorarlo” (hablaba de las elecciones, pero viene al caso).
Pues lo mismo, no quiero volver a escuchar una queja de esta clase de gente. De ahora en adelante a cualquiera que se queje le preguntaré si es propietario y qué hace con su local. Es el momento de preguntarnos todos que es lo que NO hacemos para ayudar a nuestro barrio a sobrevivir. Estas actitudes egoístas e ilegales impiden cualquier avance en positivo. Si nosotros mismos nos lastramos los bolsillos, es imposible flotar.
He dicho.