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Punto de vista
A veces caen casas
Estamos entrando en la fase final de esta masacre patrimonial, los derrumbes en el casco histórico de Alcoy se acabarán pronto, por una razón muy simple: la falta de existencias
Javier Llopis - 27/03/2022
A veces caen casas
FOTO JUANI RUZ

Yo era un  becario del periodismo local, tenía veinte años, llevaba  el pelo largo y  lucía eso que los alcoyanos hemos dado en llamar “un tipet”. En aquellos tiempos lejanos, cada vez que en Alcoy llovía con cierta intensidad, se derrumbaba alguna casa y los periodistas escribíamos crónicas intensas de aquellos sucesos espectaculares y trágicos. Tras cuarenta años de profesión, hoy soy un jubilado calvo y con sobrepeso y al margen de mi aspecto físico, nada parece hacer cambiado: en Alcoy cuando llueve con cierta intensidad (como está lloviendo en este insoportable mes de marzo) siempre se acaba cayendo algún edificio del casco histórico y los periódicos se siguen llenando de dramáticas fotografías de ruinas. Es una ley inamovible, que ha hecho que los habitantes de esta ciudad clasifiquemos los temporales meteorológicos con arreglo a los desperfectos urbanísticos que ocasionan: hay diluvios formidables de tres derrumbes o más, otros son más modestos y se conforman con uno y también hay borrascas de chichinabo, que apenas estropean unas cuantas cornisas.

En el ramo del cascote nunca hubo diferencias de credo político ni de religión. Las casas del casco histórico se derrumbaron con igual determinación en los apasionantes días de la Transición, con la llegada de la democracia, en las mayorías aplastantes de Sanus, en los gobiernos del PP y también se están viniendo abajo en los tiempos del regreso de la izquierda al poder de la mano de Toni Francés.  Mientras los alcaldes cambiaban, los hundimientos de edificios seguían su propio orden geográfico: empezaron por la zona del Tossal, siguieron en La Sang, se cebaron en el barrio de la Verge Maria, fueron picando por la zona de Barbacana y Embajador Irles y no dejaron piedra sobre piedra en las calles del Partidor. Cada temporal empezaba la destrucción de un área urbana en concreto, los siguientes la remataban y una vez completado el trabajo, el desastre se trasladaba a otro barrio, en el que las casas deterioradas estaban a punto de caramelo. Y así, sucesivamente a lo largo de cincuenta años, hasta convertir el corazón de nuestra ciudad en una extensión inacabable de solares y de zonas de aparcamiento.

Hay que subrayar un dato importante, conforme avanzan los años, el número de derrumbes se va reduciendo en cantidad. La razón es muy simple: el estado de ruina general es tan grande, que cada día quedan en pie menos inmuebles derrumbables. Estamos entrando en la fase final de esta masacre patrimonial, los derrumbes de casas por los temporales se terminaran pronto por una evidente falta de existencias. Cuando llegue ese triste día, los alcoyanos nos olvidaremos de que hubo un tiempo feliz en el que tuvimos un hermoso casco histórico. A cambio, podremos disfrutar de la lluvia con la tranquilidad melancólica que requiere este fenómeno meteorológico y sin temer que en cualquier momento pasen por delante de nosotros dos camiones de bomberos para recoger los restos de una casa en la que vivía gente.

NOTA.El deterioro del casco histórico de Alcoy se parece al que han sufrido muchas ciudades del resto del país. Sin embargo, presenta un signo distintivo que lo hace especial: su capacidad para generar literatura política y urbanística. A lo largo de casi medio siglo, las casas se han ido cayendo mientras se pronunciaban discursos, se anunciaban proyectos de rehabilitación integral y se publicaban trabajos de investigación. En la agenda alcoyana resulta imposible encontrar un asunto en el que se hayan empleado tantos esfuerzos para no hacer absolutamente nada.

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