Los alcoyanos somos unos tipos extraños, que de vez en cuando sufrimos inexplicables despistes y generamos preocupantes zonas en blanco en nuestra relación con el entorno que nos rodea. Un buen día, nos levantamos de la cama y descubrimos que el Teatro Circo había desaparecido, sin que ningún gobierno nos explicara el por qué y sin que ninguna oposición pusiera el grito en cielo. Otra mañana nefasta, comprobamos que nos habían birlado el Monterrey sustituyéndolo por un bloque de pisos. En unas fechas no muy lejanas vimos esfumarse calles enteras del barrio del Partidor. En otra jornada aciaga, el Teatro Principal cerró sus puertas, mientras el Ayuntamiento lograba hacernos creer que aquello era un espejismo, ya que pese a todas las apariencias visuales y físicas el recinto seguía abierto y funcionando. La capacidad de los alcoyanos para ignorar la realidad es tan grande, que las sucesivas autoridades competentes han logrado convencerlos de que Alcoy es una ciudad con un casco histórico y con un importante patrimonio de arqueología industrial, cuando lo único que le queda es un montón de solares vacíos y unas decenas de viejas fábricas en estado de ruina.
El último de estos fenómenos paranormales se está produciendo ahora mismo, delante de nuestras inocentes narices. Mientras los partidos políticos y los ciudadanos se enzarzan en una violenta discusión sobre la mala situación de nuestra sanidad pública, una empresa – el grupo IMED- ha levantado en Alcoy una completa área de salud privada; con su hospital privado, con sus consultas privadas, con su centro de especialidades privado y con sus modernos equipos de diagnóstico privados. Esta operación se ha desarrollado con rapidez y efectividad en medio del más absoluto de los silencios políticos y sociales. Como han hecho sus colegas en otros puntos de España, la firma sanitaria ha aprovechado el agotamiento de las infraestructuras públicas tras el esfuerzo realizado con la pandemia del covid para hacer su aterrizaje y perfilarse como alternativa (pagada por supuesto) a un servicio saturado y castigado por la falta de inversiones públicas.
Centros de salud cerrados en verano. Suspensión del proyecto para convertir el Virgen de los Lirios en hospital universitario. Descarte repetido del plan para convertirnos en área de difícil cobertura. Congelación de inversiones en medios y en personal. Listas de espera interminables en diferentes especialidades. Presión brutal sobre la atención primaria. Mientras pasan todas estas cosas negativas, el área de salud privada sigue con su proceso de crecimiento y colabora con las autoridades sanitarias recibiendo (y rentabilizando) pacientes que no pueden ser atendidos en los centros públicos.
A medio plazo, la sanidad alcoyana nos amenaza con reproducir un modelo muy parecido al que se está aplicando en la atención a la tercera edad. Este gol ya nos lo metieron hace mucho tiempo: mientras se suspende durante décadas la creación de geriátricos de titularidad pública, la Administración renuncia a ofrecer este servicio básico y reparte licencias a empresas que se forran gracias a nuestros mayores.
A medio plazo y si la presión ciudadana no lo impide, Alcoy dejará de ser una honrosa excepción y se convertirá en una de esas ciudades en las que una vergonzante frontera separa la sanidad para ricos de la sanidad para pobres. Sin apenas enterarnos, los felices alcoyanos (que fuimos pioneros en la puesta en marcha del exitoso sistema de áreas de salud) habremos entrado en la modernidad sanitaria; en esa modernidad apestosa y siniestra que convierte los servicios públicos más vitales en rentables negocios y en la que una familia se ve abocada a la miseria cuando uno de sus miembros sufre una enfermedad grave.
Esto Es Deser Unos Grandes Sinvergüenzas.Por Parte De Unos .y Gobierno Municipal.Por Autorizarlo.Aver Muchas Personas Mayores y Pensionistas.K No pueden terminar El Mes.Con Loque Cobran…Francés.La Sanidad.Publica la Emos Y La están Pagando .y No Debéis De Consentir Todos Esos Abusos .