Tenía ganas de volver a escribir estas parrafadas tan grandes que no caben en un post de Facebook. Esta vez va sobre el tratamiento que han tenido las deportistas olímpicas en los medios de comunicación, y hay mucho de qué hablar.
1. El periodismo deportivo es machista. Vaya, primera noticia. ¿En serio? Bueno, ahora que el medidor de sarcasmos del profesor Frink ha estallado, confieso que me han sorprendido un poco todos estos posts, vídeos, memes… que han recopilado burradas machistas en la prensa durante las dos semanas de Juegos Olímpicos. ¿Qué se puede esperar de dos periódicos -el Marca y As- que en sus webs tienen una sección diaria -sí, diaria- dedicada a mostrarnos a alguna deportista, o novia de deportista, o modelo, o lo que sea, medio desnuda? En la versión impresa del diario As todavía siguen poniendo en la contraportada a “la chica de As”, y en su página web tienen un archivo de lo más completo. El periodismo deportivo -y aquí meto también a la radio y la televisión- vive de la audiencia masculina. En vez de diversificar su oferta, prefieren exprimir los clichés y los estereotipos asociados a los hombres. ¿Por qué si no en Deportes Cuatro nos muestran todos los días a los futbolistas conduciendo sus flamantes coches? ¿O por qué suelen hablar de “batallas”, “guerras” o “luchas” cuando se acerca un partido decisivo? Si hicieran lo contrario, se arriesgarían a perder gran parte de su público, que por otra parte, ya está contento con lo que tiene.
2. El periodismo deportivo es (muy) oportunista. Fijaos en esta portada. Es del 9 de junio de 2015, el día en que la selección femenina de fútbol debutaba en un mundial. Esta primera página del diario Marca dio mucho que hablar, porque era la primera vez que se dedicaba el espacio más importante al fútbol femenino.
La participación de las jugadoras españolas, aunque fue buena, no fue suficiente para que pasaran la fase de grupos. Si se compara con otros países, nuestro fútbol femenino está a años luz de muchos otros países, tanto a nivel organizativo como de reconocimiento. Dicho de otra forma: cualquier jugadora que destaque y quiera seguir progresando, deberá irse a jugar al extranjero, y esto también ocurre en otros deportes como el baloncesto o el balonmano. Si se queda en España es casi imposible que pueda vivir dignamente como deportista profesional, una circunstancia que no se da en el deporte masculino.
Pero volvamos a la portada que he puesto como ejemplo. ¿Siguieron siendo tan visibles en los días posteriores?
El resultado del decisivo partido contra Corea del Sur ni apareció en portada. En realidad, las noticias sobre deporte femenino son guiños cómplices que no pasan de ser una simple anécdota. Durante los Juegos Olímpicos es verdad que las medallistas españolas suelen copar las portadas (Aquí están las de 2012 y 2016), pero una vez pasadas las dos semanas de rigor son olvidadas y relegadas a páginas interiores durante cuatro años.
Dicho esto, sólo se acordarán de ellas si ganan algún título. Nunca veremos a “Los Manolos” abrir su informativo con una inesperada mala actuación de Mireia Belmonte, o con una derrota de “las guerreras” del balonmano. En cambio, una derrota de la selección masculina de fútbol -e incluso de baloncesto- dará lugar a largos y absurdos debates nacionales. El día que una derrota en un deporte femenino sea portada, o cuando se acuse a las jugadoras de falta de compromiso, entonces podremos hablar de completa igualdad en este campo, algo que -hay que decirlo- no existe en ningún país del mundo.
Por tanto, el orden de importancia es más que evidente: primero, fútbol masculino (y dentro de esta categoría, Real Madrid y Barcelona); después, cualquier deporte de equipo masculino que haya tenido una actuación estelar; dejaremos en tercer lugar a los clásicos: motos, fórmula 1 y Rafa Nadal, y nos queda el deporte femenino para el final del informativo, en las páginas interiores o como relleno de un programa de radio. Los Juegos Olímpicos alteran este orden, pero insisto: sólo durante dos semanas.
3.Deporte femenino: un mundo de micromachismos. La prensa se ha lucido durante estos días, aunque quiero creer que en ocasiones ha sido sin mala intención. Esta sociedad patriarcal y heteronormativa también tiene a muchos hombres entre sus víctimas. Así, descubrimos que Maialen Chourraut ha ganado una medalla de oro después de ser madre, o que Carolina Marín no sería nada sin su entrenador (No recuerdo que se alabase tanto a Toni Nadal después de que su sobrino y discípulo ganara su primer Roland Garros). Son deportistas guapas, con ojos preciosos o sonrisas arrebatadoras. Así más o menos las describían en la radio antes de que se pusieran los cascos. Hemos descubierto que Lidia Valentín puede ser plata en Halterofilia y, además, femenina, sexy y fan de Hello Kitty.
Las deportistas españolas son chicas (“nuestras chicas”), aunque también he escuchado eso de “las niñas del básket”, a pesar de que tienen una media de edad de casi 26 años. Supongo que lo dirían en comparación con los jugadores de la selección absoluta, que tenían tres años más de media. Tengo que decir que en muchas retransmisiones también han hablado de “chicos” o “nuestros chicos”, pero no de una forma tan machacona como ocurre en el deporte femenino. A pesar de que no he hecho un seguimiento estadístico, me atrevería a decir que, cuando se informaba de deportistas femeninas, los términos más utilizados eran, por orden de importancia, chicas, jugadoras y mujeres. En el caso del deporte masculino, justo lo contrario: hombres, jugadores y chicos.
Y ya termino. Creo que me he enrollado un poco demasiado, pero la idea está clara: el deporte femenino necesita más apoyo y una mayor visibilidad que no sea sólo coyuntural. Sin embargo, mucho me temo que con el periodismo deportivo actual eso es tarea imposible. Si el fútbol femenino no termina de dar ese gran salto que muchos esperamos, imaginad el resto de los deportes.
Espero que con la excusa de los JJOO muchas niñas se apunten a bádminton, a gimnasia rítimica, a baloncesto… a lo que sea. Practicar deporte -cualquier deporte- es muy importante en el desarrollo de una persona. Eso sí, en el caso de ellas es mucho más difícil realizarse en este mundo tan exigente y tan sacrificado. Y no lo digo porque no estén preparadas, sino porque los obstáculos son mayores en el deporte femenino. Imaginemos que un niño es bueno en fútbol y consigue entrar en las categorías inferiores del Real Madrid. Las estadísticas nos dicen la mayoría de estos chavales ni siquiera debutará con el Real Madrid u otro equipo de primera división. Con suerte, podrán vivir del fútbol hasta los 30 y pico, jugando en equipos de 2ª o 2ª B. ¿Qué panorama se le ofrece a una niña que tiene buen toque de balón? Para empezar, no podría ingresar en el Real Madrid porque todavía no tiene equipo femenino. Sí podría hacerlo en muchos otros equipos, y es posible que llegue a jugar en el primer equipo, pero con un sueldo ridículo que tiene más que ver con una propina o una gratificación. El fútbol femenino en la España de 2016 sigue sin ser profesional. Si nos ponemos en el mejor de los casos -tiene un talento natural y brilla en cada partido-, esta jugadora tendrá que emigrar y ganarse la vida como profesional en Estados Unidos o gran parte de Europa, pero al mismo tiempo estará estudiando porque sabe que cuando se retire, hacia los 34-35 años, no tendrá el colchón de dinero que sí puede llenar un futbolista de clase media (o media baja).
Luego aparecerán Mireia Belmonte y Carolina Marín y se hablará de la edad de oro del deporte femenino español. Justo el titular que firmaría toda la prensa deportiva española.