Fue el último representante de una saga muy especial de ilustres dirigentes festeros, que convirtieron la Asociación de San Jorge en un auténtico sancta sanctorum de la esencia festera alcoyana. Dirigió el monumental engranaje de los Moros y Cristianos de Alcoy en una época lejana en la que un presidente del Casal de Sant Jordi era una especie de papa laico; una figura mayestática envuelta con la autoridad centenaria de la tradición, ante cuyos poderes de cruz y media luna se cuadraban los políticos y los factótums locales. Pilotó la nave festera durante los tormentosos tiempos de la Transición Política y consiguió, en perfecto dúo con su primo el alcalde Sanus, completar con éxito este incierto viaje, dejando tras de sí una Fiesta más sólida y más poderosa. Su biografía es una sucesión de hitos destacados que nadie ha igualado después y que fueron posibles gracias a su habilidad para formar brillantes equipos directivos y para marcar los rumbos y los ritmos con mano de hierro y guante de seda. Fue Enrique Luis Sanus, el president; uno de esos “homenots” tranquilos y efectivos, que de vez en cuando genera esta ciudad y que dejan para siempre una huella en su Historia.
En el triste momento de la despedida, los medios de comunicación desgranan en sus necrológicas una lista de logros que nos parece imposible para un mandato que sólo tuvo doce años de duración: declaración de Interés Turístico Internacional, enciclopedia festera, celebración del centenario, Misa de San Jorge, monumento al patrón, importantes mejoras en la iglesia patronal, reorganización de numerosos actos festeros y puesta en marcha del actual formato de la Cabalgata de Reyes. Contemplado desde esta perspectiva, el personaje de Enrique Luis Sanus se agiganta y se nos va dibujando el perfil único de un líder brillante perteneciente a unos días lejanos en los que en Alcoy se hacían cosas; unos días gloriosos en los que unas gentes dotadas de una inusitada hiperactividad cívica diseñaban proyectos y no paraban hasta convertirlos en realidad.
Para las nuevas generaciones, hay que dejar muy claro que sin la intervención de Enrique Luis Sanus no se podrían explicar las dimensiones que ha alcanzado la Fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy en la actualidad. Durante su mandato de doce años se pusieron las bases para algo que podríamos calificar como el gran salto festero. Los festejos son hoy un fenómeno gigantesco, que mueve miles de participantes y que atrae a multitudes de turistas, porque durante la etapa Sanus se fue engarzando un complejo andamiaje organizativo, que ha acabado por convertir una entrañable fiesta de pueblo en una marca potente reconocida en todo el mundo. Esa es la herencia de este alcoyano reflexivo y dialogante y es de justicia detenerse un momento y hacer un ejercicio de memoria para reconocer la importancia de su labor en el mundo de la Fiesta y la enorme envergadura de su legado.