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Punto de vista
La semana: patriotas, estúpidos y millonarios angustiados
Javier Llopis - 20/06/2014
La semana: patriotas, estúpidos y millonarios angustiados

La semana de la coronación de Felipe VI tiene de todo. Las inevitables noticias festeras llegan de la mano del inicio del proceso para declarar los Moros y Cristianos Patrimonio de la Humanidad. La selección de fútbol nos deja en un estado de frustración muy parecido al que genera la peatonalización de la calle San Lorenzo. La estación de AVE de Villena sigue siendo un lugar ignoto, vetado para los habitantes de esta comarca.

Banderas patrióticas

Dicen las malas lenguas que a las puertas de la UNESCO hay una cola interminable de políticos españoles que esperan turno para pedir la declaración de Patrimonio de la Humanidad para algún festejo o tradición local. Nuestros dirigentes han encontrado la fórmula mágica para sacar rentabilidades políticas sin matarse a trabajar. Se trata de coger la bandera del espíritu patriótico y ponerse a la cabeza de la manifestación, a la espera de que un posible éxito cubra de medallas a los promotores de la iniciativa. El PP ha iniciado el proceso para lograr la distinción para los Moros y Cristianos de Alcoy. Resulta “alcoyanamente” imposible rechazar la iniciativa, pero es inevitable pensar que estos esfuerzos podrían dedicarse a otras cuestiones más urgentes también relacionadas con la Fiesta, como conseguir una solución legal para que el Alardo recupere su esplendor perdido o reivindicar una reducción del IVA para los festejos. No son asuntos tan resultones como un galardón internacional, pero servirían para resolver algunos de los problemas más acuciantes de los Moros y Cristianos. Nota malévola: si los inspectores de la UNESCO revisan la Fiesta alcoyana y ven cómo ha resuelto la cuestión de la participación femenina y cómo se celebran las elecciones en el Casal, acaban declarándonos Patrimonio del Tercer Mundo. Seguro.

Comisión de Estupidez e Incompetencia

Sesión plenaria de la comisión ejecutiva de Estupidez e Incompetencia del Ministerio de Fomento. Tema único del orden del día: diseño de la estación del AVE de Villena. La reunión acaba con un acuerdo unánime: las instalaciones se colocarán en un lugar inaccesible y complicado, al que no puedan llegar los hipotéticos clientes procedentes de las comarcas de l’Alcoià, El Comtat, la Foia de Castalla o el Alto Vinalopó. A última hora, se incorpora una enmienda, que es aceptada por todos los componentes de este comité de descerebrados: no hay que poner ninguna señalización orientativa en los accesos; de esta forma, se podrá acentuar el desánimo de los escasos y heroicos usuarios de estas comarcas que quieran coger el tren rápido a Madrid. Pasa el tiempo y los esfuerzos de estos incansables servidores públicos se ven recompensados con el éxito: la estación de AVE de Villena sólo recibe 50.000 viajeros anuales, frente a los 100.000 previstos inicialmente. Los miembros de la comisión ejecutiva de Estupidez e Incompetencia se sienten orgullosos de su labor y tras este gran logro, llegan una conclusión ilusionante: a la vista los niveles de burrera alcanzados, están absolutamente seguros de que alguno de ellos llegará a ministro.

Poco y mal

En Alcoy se peatonaliza poco y mal. La legislatura empezó con promesas de un plan de peatonalización para el casco histórico y está entrando en su recta final con los modestísimos cortes de tráfico de fin de semana de la calle San Lorenzo. Lo que quería ser un anticipo de actuaciones más ambiciosas, ha acabado institucionalizándose como una decepcionante expresión del quiero y no puedo. Gente cabreada por todas partes y hasta los mismísimos comerciantes del centro critican a un gobierno municipal pusilánime. En cuestiones de movilidad, el actual Ayuntamiento nos ofrece un balance frustrante: mucha teórica y poquísima sustancia.

Millonarios catatónicos

Pantallas gigantes, terrazas de bar engalanadas con banderas nacionales, picoteos caseros y cervezas de litro con los amigotes, campañas publicitarias estridentemente patrióticas y caravanas de coches tocando la bocina y dando vueltas triunfales a los puentes. Todo el tinglado se va al garete tras las últimas hazañas de la selección española de fútbol, que ha convertido su presencia en el Mundial de Brasil en una demostración de impotencia y canguelo. La doctrina oficial intenta tapar el cabreo con una consigna bien trenzada: hay que perdonar los errores a una generación de deportistas que nos ha proporcionado los mayores éxitos futbolísticos de nuestra historia. La gente acepta a regañadientes la propuesta, aunque en lo más profundo de su alma se muere de ganas de insultar a esta pandilla de millonarios catatónicos, que salen en todas las fotos con un preocupante rictus de angustia en la cara. La Roja de antes daba gloria, la de ahora da caguera. Tempus fugit.

El exceso

El furor manifestante de la izquierda alcoyana empieza a ser un fenómeno preocupante. Algún estratega del rojerío local debería reflexionar sobre las consecuencias negativas que se pueden derivar de un exceso de movilizaciones callejeras. El deseo de estar presentes en todas las citas importantes acaba convirtiéndose en un boomerang, que rebota sobre la credibilidad de los promotores y que acaba desmotivando a los simpatizantes. Cincuenta personas en una manifestación republicana en la tarde de día de la proclamación de Felipe VI es un perfecto ejemplo de estos esfuerzos baldíos. Nadie duda de que en Alcoy hay muchos más republicanos que los que aparecen en la foto de la Plaza de España. Estamos ante un evidente fallo de cálculo, que nos demuestra que a veces el remedio es peor que la enfermedad: la raquítica protesta republicana acaba dándoles la razón a los defensores de la monarquía. Tiro por la culata.

Tormentas de sobremesa

En un año asquerosamente seco, las tormentas de sobremesa de la última semana se reciben como recibían el maná los israelitas. La gente tiene ganas de lluvia y deposita unas desmedidas esperanzas en estos breves fenómenos meteorológicos. Al final, nos quedamos con la miel en los labios: cuatro truenos, un pequeño chaparrón y vuelta a lo de siempre. Un paseo por la sierra retrata con fidelidad este ejercicio con índices pluviométricos más propios del desierto del Sahara que de una zona de montaña: matojos amarillentos, fuentes agotadas y ese inconfundible olor que hacen los pinos secos y calientes.

Alcoy/Detroit

En su columna de Radio Alcoy, el periodista Ezequiel Moltó nos mete el miedo en el cuerpo y hace una comparación inevitable: Alcoy como un nuevo Detroit, Alcoy convertido en una versión valenciana de una metrópoli estadounidense, que se ha convertido en el paradigma mundial del desastre industrial. Las previsiones demográficas, con una continuada pérdida de habitantes, apuntan hacia la catástrofe. Nadie les hace ni el más mínimo caso y todo parece indicar que lo nuestro no va a ser un espectacular cataclismo; lo de Alcoy se parece más a una muerte lenta.

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