Mientras la bobería se enseñorea de la política española, la semana arranca con la noticia de que habrá una escuadra de festeras Realistas en la próxima Diana. Famosa anuncia su marcha definitiva de la Foia de Castalla y aparecen nuevos enfoques sobre el conflicto de la Canal.
Bobos letales
El escándalo surgido en torno a José Antonio Monago es una prueba irrefutable de la enorme capacidad destructiva que tienen los bobos cuando se meten en política. El todavía presidente de Extremadura es un piernas absolutamente pagado de sí mismo, que un día decidió autoproclamarse paladín de la honradez política y martillo de herejes de la corrupción, olvidándose de que tenía pendiente un considerable “morrió” de viajes románticos a Canarias pagados con fondos públicos. Sus aspiraciones en el PP han quedado destrozadas tras el descubrimiento de su doble lenguaje y empeoran día a día, ante los patéticos intentos que hace este obtuso personaje para salir limpio del charco de mierda en el que él solito se ha metido. Simultáneamente, gracias a este genio de la estrategia, la opacidad de los gastos de diputados y senadores ha pasado a la primera fila de la actualidad, colocando a todos los parlamentarios españoles en una situación altamente incómoda, ante la posibilidad de que salgan a la luz pública sus hipotéticas mangalochas viajeras. Con su insuperable capacidad para cagarla por tierra mar y aire, Monago también ha dado un paso de gigante en el proceso general de desprestigio de la clase política española y ha entrado por derecho propio en la galería de bobos ilustres, junto a aquel inolvidable Paco Camps, que arruinó un país entero con sus desvaríos mesiánicos, y al lado del mítico Iñaki Urdangarín, un tipo cuya inconsciencia y cuya avidez pecuniaria consiguieron provocar la dimisión de un Rey de España. Nota: una de las reglas de oro de los bobos de la política es que siempre se equivocan a su favor; nunca se ha visto a un concejal corrupto –por burro que fuera- repartiendo billetes de quinientos euros en el Cantó El Pinyó.
La fórmula perfecta
Los que tenemos una cierta edad todavía recordamos aquellos días en que los Reyes Magos de Alcoy estaban encarnados por señorones de postín, por empresarios o por próceres locales, que ostentaban el cargo desde una atmósfera de exclusividad y de ringo rango. Tal vez por eso, todos los años nos entra una cierta sensación de felicidad, cuando el Ayuntamiento designa a las tres entidades sociales que se encargarán de ostentar la representación de Sus Majestades durante la mágica noche del 5 de enero. Es la fórmula perfecta para conseguir que una sociedad esté implicada en una Fiesta. Gentes normales y corrientes procedentes de la cultura, de los colectivos festeros, del deporte, de los grupos profesionales, del movimiento vecinal y de cualquier manifestación ciudadana que a uno se le ocurra tienen acceso a esta centenaria celebración. Nuestros Reyes Magos son realmente populares y de ellos ha desaparecido cualquier resto del alcoyanísimo flato.
El dinero no tiene patria
La comarca pierde uno de sus últimos referentes industriales. Los restos de Famosa –un centro logístico con 50 empleados- se trasladan a Valencia. Hace dos años, la firma juguetera se llevó a Alicante su planta principal de producción, con más de 400 trabajadores. Asistimos al progresivo desmantelamiento del sector industrial, a la desaparición del principal pilar de la economía de la zona, sin que hasta el momento se nos haya planteado ninguna alternativa creíble. Duro golpe a la economía y a la autoestima de la Foia de Castalla. Estamos ante el final previsible de un proceso, que se inició cuando los accionistas de Onil vendieron la firma a grupos inversores de fuera. Queda demostrado, una vez más, que el dinero no tiene patria.
Pequeño milagro
Las festeras Realistas recogen el guante lanzado por la dirección de la filà y aceptan formar una escuadra femenina para la Diana de 2015. Si se cumplen las previsiones y salen también las mujeres de los Marrakech en ese mismo desfile, la próxima Trilogía empezará con dos imágenes de impacto y de alto contenido simbólico. Puede que haya muchas cuestiones por resolver en torno a la participación femenina, puede que queden numerosos contenciosos por aclarar y puede que existan todavía situaciones insostenibles en muchas filaes; sin embargo, noticias como éstas invitan al optimismo y a la esperanza. Habría que destacar la normalidad con que se han gestionado este asunto. Es un pequeño milagro, en un mundo festero cargado de tensiones, en el que cualquier disputa o cualquier novedad se convierten en un drama.
Nadie planificó nada
Un estudio del Observatorio del Turismo Rural revela que este sector sufre en la Comunitat Valenciana un exceso de oferta, problemas de estacionalidad, competencia desleal y falta de promoción. Traducidas al lenguaje normal, todas estas afirmaciones se pueden resumir en una sola: aquí, nadie planificó nada. Esta alternativa para el desarrollo económico de las áreas de interior se puso en marcha desde el sálvese quien pueda, sin fijar una estrategia común y sin analizar previamente sus potencialidades. Hay competencias turísticas repartidas entre la Generalitat, las diputaciones y los ayuntamientos y sin embargo, ninguna de estas administraciones se ha molestado en hacer los deberes, dejando que este sector creciera de forma incontrolada y anárquica. Los resultados están bien a la vista: crisis permanente y expectativas defraudadas.
La cosa está muy mal
España se hunde. Se muere la duquesa de Alba, la Pantoja entra en la cárcel y Bigote Arrocet vuelve a las primeras páginas de las revistas del corazón. Por si esto fuera poco, Podemos –el partido en el que todos han puesto sus esperanzas de regeneración- utiliza canciones de Quilapayún en sus mítines. La cosa está muy mal.
A verlas venir
El conflicto en torno al proyecto de La Española en la Canal aparece y desaparece esporádicamente de la actualidad alcoyana. Surgen novedades importantes, se pronuncian los diferentes partidos políticos y los socialistas (el partido que controla el gobierno de Alcoy) siguen como siempre: callados y esperando a ver si el problema se soluciona solo. Esta semana, el Consell en un alarde de despiste y de contradicción ha aprobado para la Font Roja la máxima figura de protección ambiental europea, colocando el proyecto de la empresa aceitunera en una posición difícil. EU ha anunciado que llevará el asunto ante las máximas autoridades comunitarias y el PP les ha puesto a parir con sus argumentos de siempre. El PSOE, silencioso y a verlas venir.