Tras la presentación, el pasado 4 de diciembre, del libro de Josep Tormo ‘El café gelat o café licor- 170 anys d’història de l’aperitiu café alcoià’, cabría preguntarse si el rigor histórico de la Festa alcoyana es, en realidad, tan riguroso como se nos dice.
Y si lo fuera, ¿no deberíamos cambiar el café licor por alguna otra bebida más históricamente correcta? ¿No habría que revisar los menús y los refrigerios que se sirven en las filaes del bando moro, para eliminar de ellos ‘les pilotetes de carn’, el alcohol o los platos de jamón? ¿Acaso los ballets y los boatos constituyen una representación fidedigna de la realidad histórica de las batallas?
Parecería más bien que el rigor, en Alcoy, se vuelve de capital importancia solamente cuando nos enfrentamos a la integración de la mujer en la fiesta, a la normalización de su presencia en determinados actos festeros.
Al realizar una búsqueda histórica muy ligera sobre el papel de la mujer en los conflictos armados, encuentro que las mujeres de todos los países, desde Rusia a los confines de la Patagonia, pasando por Oriente, han luchado, desde que el mundo es mundo, y mucho. Lo han hecho disfrazadas de hombre y vendadas bajo el uniforme, en ejércitos regulares, donde se les negaba el acceso. También lo han hecho «a pecho descubierto», libres de vendajes, en la mayoría de agrupaciones guerrilleras de los cinco continentes, hasta nuestros días. Lo han hecho en cuanto han tenido ocasión, antes o después de haber gestado y destetado a los hijos, afortunadamente y para mayor continuidad de nuestra especie. Y lo siguen haciendo en la actualidad, en batallones femeninos de todos los lugares del mundo, mano a mano con los hombres e, incluso, al mando de ellos.
¿Qué pasa entonces en Alcoy? ¿Formamos las mujeres alcoyanas parte de algún subgrupo de mujeres pusilánimes e impedidas para la lucha? ¿Acaso no somos capaces de representar a todas esas mujeres que han peleado a lo largo de la historia y que lo siguen haciendo en la actualidad?
Dadas las actuales circunstancias, parece pues que ha llegado el momento de mirar a ‘la Festa’ como lo que es, una fiesta que mantiene algunas tradiciones… y otras no, una fiesta que ahora busca ser fiesta de tod@s, por encima de otras consideraciones, una fiesta que necesita, urgentemente, una revisión en profundidad y ‘una miqueta de trellat’, que podría llegar de la mano de los hombres y también de las mujeres, en cuanto se nos permita acceder a los puestos de decisión en la misma.
Por el momento y ante la presente dificultad estatutaria de sacar a la calle una Diana femenina del Capitán Moro, podríamos pensar qué ocurriría si eligiéramos, también en previsión de futuras Glorias dobles, a una Sargento del bando moro y a una Sargento del bando cristiano. ¿Supondría esto una falta de respeto a alguna de nuestras tradiciones o a la sobriedad que caracteriza a la Festa alcoyana? ¿De verdad pensamos que una mujer Sargento tendría alguna dificultad en liderar la escuadra en cuestión?
Lo cierto es que la sociedad alcoyana se enfrenta a un proceso de adaptación a la nueva realidad de nuestra fiesta, proceso durante el cual las mujeres podremos aportar nuestra capacidad resolutiva, podremos decidir nuestro nivel de implicación, podremos debatir sobre muchos temas emergentes y podremos hacerlo siempre desde el respeto, la igualdad y la colaboración.
Por la buena realización de ese proceso, ‘avant la Festa i visca Sant Jordi!’