Lo tuve toda la semana sobre la mesa de trabajo, que es un decir porque sobre ella me lo paso pipa. Le echaba un vistazo de vez en cuando, de reojo. Había algo en él que me incomodaba, que chirriaba y hacía que volviera a leerlo una y otra vez. Se trataba de un ejemplar de El Nostre del sábado doce de julio. En su portada, un titular enorme rezaba: “Una mujer en la directiva del Casal de Sant Jordi”.
Como soy de natural poco vivales y más bruto que un arado, tardé en darme cuenta de que el motivo de mi malestar era precisamente ese “Una mujer” en gigantesca tipografía que antecedía al texto. O sea que el notición no era que teníamos un nuevo directivo en el Casal sino que ese directivo era directiva. La noticia no era que teníamos un nuevo cronista sino que el cronista en cuestión era una mujer. ¡Toma del frasco, Carrasco, que del bote se ha acabao!
Hombre, yo no sé qué pensarán ustedes pero, que a estas alturas de la película, un periódico se vea obligado a ofrecer semejante titular (El Nostre no tiene culpa, claro es, no matemos al mensajero- no me retires el saludo, Ramón, que sabes que te tengo ley) es que algo en esta ciudad, letrada y culta como pocas, huele a puchero enfermo cocinado a fuego lento en los arrabales de la baja edad media o directamente en las cavernas de Atapuerca. No comulgo con el feminismo talibán, ni con que se reivindiquen evidencias a golpe de teta a sotavento, ni con que se saque en procesión al santísimo coño de la Bernarda, que más que reivindicaciones de justicia semejan chuscas carnavaladas pero a veces me encantaría estar entre ellas y ellos porque es fácil que a la desproporción sólo se la pueda combatir con la desproporción y la astracanada. Hay cosas que se caen por su propio peso y que en pleno siglo veintiuno sea noticia que una mujer, por el hecho de serlo, ocupe cargo alguno toca las lindes del surrealismo o del despropósito.
Sé que me la juego cada vez que saco la lengua a pacer y menciono a la bicha, al tema, a la cosa, a la fiesta y a la mujer pero me arriesgo. Reconozco que el titular, además de incomodarme, me hizo albergar fundadas esperanzas en que este pueblo, letrado y culto, está empezando, en según qué asuntos, a espabilarse la modorra de siglos.
Mi querida Xesca, mi más cordial enhorabuena. Cuando ya no debiera quedar ni una sola pionera en nada, te ha tocado a ti el papelón. Ahora que te han quitado la bonita papallona/mordaza de la boca, habla alto y claro, que ya os toca. Harás Historia.
No entenc la necessitat que tenim, tant homes com dones, d’assegurar que no som (o no combreguem amb) feministes [radicals] cada volta que defensem els drets de les dones.
Ni tampoc entec per què calia fer referència al tipus de moviments feministes de què es parla (els que «reivindiquen a colp de mamella») en un text sobre Alcoi i les dones en la festa. Precisament ací es porten a terme les accions menys «desproporcionades»: confeti morat, aparicions a premsa… (cap mamella a l’aire!).
A banda d’això, jo també espere que algun dia estes coses no hagen de ser notícia.