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Historia del Rock Progresivo (I). Ascenso y caída
Pau Sellés - 21/02/2021
Historia del Rock Progresivo (I). Ascenso y caída
Keith Emerson (teclista de Emerson, Lake and Palmer)

Hay una imagen bastante indicativa para entender qué ocurrió con el Rock Progresivo a finales de los 70: Integrantes de los Sex Pistols vistiendo una camiseta que rezaba ‘I hate Pink Floyd’. John Lydon y los suyos no ‘acabaron’ con el progresivo (de aquí en adelante prog), pero la simpleza de su punk seminal y actitud contestataria ayudaron a cimentar el final de un género cuyo fulgurante ascenso solo es comparable a su estrepitosa caída. La estructura de este relato bien podría ser la de ‘Sunset Blvd.’, donde se nos anticipa desde un principio la muerte del protagonista. Todo el filme no es más que la crónica de una muerte anunciada, algo que encaja perfectamente con la andadura inicial del progresivo.

 

Pero entremos en materia ¿qué es exactamente el Rock Progresivo? Con el paso de los años este concepto parece haber quedado relegado a una nota al pie de página en la historia del rock, siendo asociado principalmente a una terna de bandas. Hablamos de Yes, Genesis y sobre todo de Pink Floyd; todas ellas británicas y que iniciaron su andadura a finales de los 60’. Poco menos de una década duraría el idilio de las bandas de progresivo con la audiencia; hay incluso quien lo circunscribe solamente a la primera mitad de los 70’. Independientemente de qué año llegó el declive, es indudable que el prog fue víctima de sí mismo. Lo que en sus inicios era visto como vanguardia y experimentación, pronto pasó a ser visto como esnobismo y pedantería. La crítica musical arremetió contra lo que consideraba un estilo “pretencioso”, incapaz de conectar con un público que encontró agrado en fórmulas más simples como el AOR y el punk. Podemos decir que su sello de identidad les ayudó a cavar su propia tumba, por lo menos desde el punto de vista comercial.

El génesis del prog se debe buscar al sur de Inglaterra, entre un grupo de jóvenes de clase media-alta con gusto por las vanguardias artísticas. Sus primeras manifestaciones se encuentran en álbumes clave para el desarrollo de la música popular, como el ‘Pet Sounds’ de The Beach Boys, o el ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ de The Beatles. Ambos demostraron un nivel de producción musical nunca visto hasta el momento; en el caso del primero con cuidadas armonías vocales y mezcla de estilos como el jazz y la música clásica, y en el del segundo jugueteando con la psicodelia y con las innovaciones técnicas en el estudio de grabación.

De hecho, fue la psicodelia la que ayudó a abrir las puertas de la percepción progresiva. Bandas como Jimi Hendrix Experience, Cream o Jefferson Airplane canalizaron un sonido a partir del movimiento contracultural de los 60’. Pink Floyd fue uno de los grupos que ayudó a definir el sonido psicodélico con el álbum The Piper at the Gates of Dawn’ Esta primera etapa de experimentación de la banda poco tendría que ver con los álbumes que consagraron a la banda a mediados de los 70’ (‘The Dark Side of the Moon’ y ‘The Wall’); un cambio de dirección debido en gran medida a la salida de Syd Barrett del grupo.

En este contexto de psicodelia, experimentación y vanguardia son otros británicos los que componen un trabajo donde se dan cita todos los rasgos que caracterizaran al género. ‘In the Court of the Crimson King’ es el debut de la banda King Crimson así como la base en la que se asentarían los venideros trabajos del prog setentero. Largos desarrollos instrumentales, incluyendo pasajes de improvisación; uso de instrumentos orquestales, mezclando sonidos acústicos y electrónicos; inclusión de géneros alejados del rock… Es paradigmático que la banda liderada por Robert Fripp alcanzara semejante nivel de madurez con su opera prima, algo alejado de las otras grandes bandas progresivas de la época, que no encontraron su sonido hasta su segundo o tercer álbum.

A partir de este momento se da el pistoletazo de salida para la época dorada del Rock Progresivo. King Crimson repetirá la fórmula de su primer álbum en ‘In the Wake of Poseidon’, todo para reinventarse en sus siguientes 5 álbumes (con constantes cambios de formación). Este recorrido cristalizaría en ‘Red’, una de sus obras cumbre, antes de efectuar un parón de 7 años. Puede que Yes fuera el epítome de una banda de prog, por lo menos en cuanto a técnica musical se refiere. Tomando como referencia sus dos obras cumbres (‘Fragile’ y ‘Close to the Edge’) cuesta imaginar una alineación de músicos más talentosos que la suya. Desde el bajo de Chris Squire hasta los teclados de Rick Wakeman, los temas de Yes rezuman técnica y virtuosismo en cada una de sus líneas, tanto que cuesta de asimilar en una primera escucha.

Genesis, otro de los colosos del género, encadenó cuatro verdaderas obras maestras entre 1971-74, la más conocida de ellas ‘Selling England by the Pound’. Liderados por Peter Gabriel (uno de los frontman más carismáticos del rock) se alejaron de la experimentación para componer discos conceptuales trabajados hasta el detalle, tanto desde el apartado instrumental como lírico.

Habiendo abordado los principales estandartes del género, existen infinidad de bandas que sería sacrílego pasar por alto. Emerson, Lake and Palmer es una de ellas, cuya popularidad en sus inicios era equiparable a los colosos citados anteriormente. Posiblemente el primer supergrupo de la historia (se formó con músicos provenientes de otras bandas ya consolidadas), llevaron al prog a cotas musicales y de excentricidad nunca vistas. Sobre todo a cargo de su teclista Keith Emerson, capaz de adaptar una suite de Bach y de apuñalar a su órgano Hammond, todo en una misma actuación. Jethro Tull también dejó su impronta, en su caso añadiendo toques folk al género mediante el uso de flauta, laúd y violín. ‘Thick as a Brick’, su álbum conceptual de 1972, sigue siendo una de las piedras angulares del género.

En esta relación de primeras espadas cabe reivindicar también a Camel, posiblemente el grupo más injustamente subestimado de la época dorada. Su clásico Mirage’ y los álbumes conceptuales ‘The Snow Goose’ y ‘Moonmadnes’ destacan por sus sosegadas y gratas melodías; oírlas es posiblemente la mejor forma de introducirse al prog.

La influencia de estas bandas pronto empezó a hacerse notar en otros países, y en Europa fueron especialmente relevantes los movimientos nacidos en Italia y Alemania. El prog adoptó en el país transalpino una seña de identidad propia a través de bandas como Premiata Forneria Marconi  o Banco del Mutuo Soccorso, con un estilo marcado por la música barroca, la opera y una variada instrumentación que incluía el uso de flauta, piano, violín… Alemania dio origen al Krautrock, un estilo con tintes minimalistas y en ocasiones orientado al tratamiento electrónico del sonido. Amon Düül, Faust, Neu! o Can fueron algunos de sus máximos exponentes.

En Francia la escena progresiva no fue tan rica, pero dio lugar a una banda que inició un sub-genero propio -el zeuhl-. Magma es fruto del visionario trabajo de Christian Vander, quien se inventó un idioma que estuviera a la altura de su propuesta musical. Se trata del Kobaïano, un híbrido de elementos eslavo-germánicos y scat (improvisación vocal que se usa en jazz) que dotaba a la música de Magma de un carácter ritual y cercano al trance.

Al otro lado del Atlántico cabe hablar de los canadienses Rush, con un estilo más orientado al hard rock que sus contemporáneos europeos. Entre mediados de los 70’ y principios de los 80’ encadenaron sus cinco mejores trabajos (‘2112’, ‘A Farewell to Kings’, Hemispheres’,  ‘Permanent Waves’ y ‘Moving Pictures’).  A pesar de contar solo con tres músicos (algo inusual para el género) puede que Rush fuera la formación más consistente de la escena prog, ya que todos ellos disponían de una técnica superlativa. Además la formación nunca sufrió ninguna alteración hasta el pasado 2020, con la muerte de su batería Neil Peart y que supuso el final de la banda.

Como ya anticipábamos anteriormente, a finales de los 70’ llegó el declive. Gran parte de culpa la tuvo la crítica –especialmente mordaz- así como el favor del público, que empezó a orientarse hacia otros territorios sonoros. A partir de la década posterior se abre el terreno para la reconversión y constante hibridación que llegará hasta nuestros días. La segunda parte de una historia que abordaremos próximamente desde Tipografía La Moderna.

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