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A fondo
Políticos incompetentes
Los medios de comunicación digitales nos posibilitan estar informados al segundo de lo que sucede en el mundo, la cantidad de información que recibimos es tan grande que se hace necesario adquirir una serie de habilidades que nos permitan seleccionar aquello que nos interesa.
Enrique Peidro - 06/04/2015
Políticos incompetentes

Incompetente: no competente.
Competente: que tiene competencia. *
Fuente: diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE)

Es indiscutible que algo está cambiando en la educación actual. Muy poco a poco, se están imponiendo metodologías distintas a las que se empleaban en las escuelas cuando nosotros asistíamos a la misma. Ya no se da tanta importancia a los contenidos y el aprendizaje memorístico, asumiendo los procedimientos y las actitudes un peso mucho mayor. También la evaluación está sufriendo una importante renovación, pues no todo depende de un único examen en el que el alumno “vomita” aquello que ha estudiado. Y el rol del maestro y el del alumno también están cambiando, las clases magistrales tienden a desaparecer y los estudiantes asumen un protagonismo cada vez más activo en su propia educación.

En este proceso, cabe destacar dos factores fundamentales que están contribuyendo a esta lenta, pero imparable, metamorfosis. Por un lado, la irrupción de la tecnología en general y, en particular, de Internet. Tirando de tópico, nuestros jóvenes viven rodeados de artilugios que les posibilitan el acceso casi ilimitado (eso ya depende de la conectividad de cada uno) a toda la información que deseen. Los medios de comunicación digitales nos posibilitan estar informados al segundo de lo que sucede en el mundo, la cantidad de información que recibimos es tan grande que se hace necesario adquirir una serie de habilidades que nos permitan seleccionar y digerir aquello que nos interesa, con el objetivo final de formarnos una opinión propia, seria y razonada. Por otra parte, el impacto que tienen las redes sociales en nuestras vidas es incalculable, resulta sorprendente la facilidad con la que una publicación en cualquiera de ellas se convierte en un fenómeno viral que llega a los rincones más insospechados del planeta. Esto es positivo, claro que sí, pero también conlleva sus peligros.

El segundo aspecto que creo que más está influyendo en este proceso de cambio en el que estamos inmersos los centros educativos ha sido la irrupción de las competencias básicas (que ahora ya no son “básicas”, sino “clave”, porque con el inevitable cambio de ley educativa algún político creyó necesario hacer esta matización, supongo que para justificar su sueldo. En fin…). Por introducir al tema a aquellos lectores que no sepan de qué estoy hablando, se trata de una cuestión que viene de Europa y que es, precisamente, lo que se suele evaluar en las celebérrimas pruebas PISA (esas en las que España suele salir tan mal parada). Consisten en una serie de destrezas o habilidades que el alumnado debería conseguir cuando termina su escolarización obligatoria, y que abarcan distintos ámbitos de nuestras vidas. Como ejemplos de qué se nos pide trabajar y evaluar en nuestro alumnado mientras están en nuestros colegios, y poniéndolo en relación con todo el tema que he comentado anteriormente también de la avalancha de información digital de la disponemos hoy día, extraigo dos ítems de la legislación vigente de nuestro sistema educativo. Con relación a la competencia clave llamada “Autonomía e iniciativa personal”, se nos pide que evaluemos si el alumnado “desarrolla el espíritu crítico, contrastando información, organizándola y filtrándola”. Y en relación a otra competencia, llamada “Competencia Digital”, tenemos un ítem mediante el cual observamos y evaluamos si el alumnado “valora éticamente conductas relacionadas con las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación)”.

Llegados a este punto del artículo, supongo que la mayoría de los lectores estarán preguntándose qué tiene que ver todo este rollo con el título del artículo (Políticos incompetentes). Enseguida lo explico.

Hace unos pocos días, en algún medio digital surgió la “noticia” (aunque se puede cambiar el sustantivo noticia por otros como “rumor” o, incluso, “bulo”) de que determinado partido político de reciente aparición (no quiero dar muchas pistas, pero por si alguien le interesa es uno con el logo de color morado, cuyo líder lleva coleta) ha expresado su intención de prohibir nuestras fiestas de moros y cristianos para no ofender al Islam. A las pocas horas, el enlace a la noticia corría por “whatsapp” como la pólvora, aparecía multiplicado por mil en Facebook y Twitter y seguro que en otras redes sociales que desconozco. No sé si es por la amenaza que supone este partido para el orden establecido por los grandes partidos de nuestro país, o por haber tocado un tema tan sensible para los alcoyanos como las fiestas patronales, pero el hecho es que hubo varios políticos locales que no tardaron es responder a la amenaza, publicando en sus cuentas de Twitter mensajes descalificativos hacia este partido, comentando en Facebook las entradas con el enlace a la noticia y advirtiendo sin pudor alguno de la catástrofe que supondría para este país, en general, y para nuestra ciudad, en particular, el acceso al gobierno de este partido (con el que yo no comulgo demasiado, para no confundir a nadie que crea que mi intención en este artículo es hacerles campaña). Pues bien, poco después se demuestra que esa noticia es falsa, que es un bulo malintencionado, pero como ninguno de ellos se ha molestado en contrastar la noticia antes de responder, y como tampoco se han preocupado en hacer un uso ético de las TIC, el daño ya está hecho. ¡El daño para ellos, porque ya han quedado como unos auténticos cretinos!

Si yo, como docente, tuviera que evaluar el grado de adquisición de las competencias clave en esos políticos locales, no me quedaría más remedio que constatar que son unos incompetentes, entendido este calificativo tal y como he definido al principio del artículo, no se me vaya a ofender alguien más de lo necesario. Está claro el porqué, ¿no? Ni han contrastado la noticia en diversas fuentes para asegurarse de la veracidad de esas declaraciones, ni han hecho un uso ético de las TIC porque han utilizado sus cuentas en las redes sociales para difamar al rival político, además, sin fundamento alguno. No sé si esto se deberá a su afán por rebañar unos cuantos votos, o si la causa es que ellos fueron educados en otro tiempo, en el que todavía no se practicaban estas competencias clave. Quiero pensar que dentro de unos años, si alguno de nuestros alumnos de hoy toma la decisión de dedicar parte de su tiempo a la política, esto no le pasará, porque habrá practicado estas destrezas.

Por cierto, ¿a cuántos de vosotros os pasa esto mismo? ¿Cuántos os creéis “a pies juntillas” todo lo que se publica en diferentes foros de Internet sin contrastarlo? Un consejo, no lo hagáis. Informaros. Leed. Consultad diversas fuentes. Y luego, decidid qué es verdad y qué no antes de publicar nada en vuestras redes sociales, porque no todo lo que se publica en Internet es verdad, sino que muchas de las cosas que pululan por la red han sido escritas con una clara intención de manipular vuestras opiniones (como ya saben muy bien, por cierto, nuestros estudiantes).

Enrique Peidro es maestro de Educación Primaria.

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