A mitad de camino entre el sompo y el somordo, el catxotxes alcoyano es un individuo caracterizado por su lentitud de movimientos y por sus enormes cojonazos. El catxotxes es un tipo de buen conformar al que le resbala el resto de la Humanidad, que actúa absolutamente a su bola y que desconoce el significado de la palabra urgente.
Oficialmente, los diccionarios definen al catxotxes como una persona que habla y actúa con lentitud y que tiende a aplazar sus decisiones con un exceso de parsimonia. En Alcoy, le añadimos algunos complementos a este concepto gramatical, que también suele verse relacionado con palabras como collonera, collons al vol o patxorrut. Hay que subrayar un dato importante, por alguna extraña razón los alcoyanos utilizamos este término para referirnos exclusivamente a sujetos del sexo masculino, no hay constancia de la existencia de mujeres catxotxudes. En otro orden de cosas, el calificativo catxotxes se utiliza de manera mayoritaria para hablar de hombres grandotes o gordos, que por su considerable envergadura se ven obligados a actuar con lentitud de movimientos. Un catxotxes bajito y flaco es más difícil de encontrar que un trébol de cuatro hojas.
Por otra parte, es importante subrayar que la catxotxez no supone ningún menoscabo de la inteligencia y de la capacidad profesional de las personas que forman parte de este singular grupo humano. Un catxotxes de libro, Mariano Rajoy, llegó a presidente del Gobierno de España tras ocupar innumerables ministerios sin perder en ningún momento las “virtudes” de la especie. El político gallego redondeó una brillante carrera sin renunciar en ningún momento a los placeres de la lectura del Marca, de dormir la siesta viendo el Tour por la tele, de fumarse purazos en un sillón orejero y de hacer caminatas al trote cochinero. Otro ilustre componente de esta cofradía es el futbolista Charly Rexach; emblema del barcelonismo al que ni un solo aficionado recuerda corriendo la banda ni disputando un balón con furia, ya que era un ferviente practicante del lema “correr es de cobardes”.