Al abrir la puerta supe que todo se repetiría una vez más, como me iba ocurriendo desde que, sin despertar, desperté esta mañana. Me parece ridículo que algo que me produce este cosquilleo de pánico, me remita a esa genial comedia llamada «Atrapado en el tiempo». Pero dado que nada en mi vida se ha vestido con serios ropajes, no veo porqué ahora iba a ser diferente en esta muerte no vida.
Intento escribir lo que me está sucediendo en el diario que guardo al lado de la cama. Normalmente suelo juntar letras que dan idea de lo anónima que es mi vida. Las dos últimas notas son : “se ha roto la puerta de la lavadora, pero no llamaré a nadie para que la arreglé y seguiré abriéndola utilizando la navaja de Albacete ¡siete mil ridículos usos! como ariete”. La segunda y última dice así : “debo proponerme en serio que esta relación funcione, algo habrá que yo pueda hacer, ¿tal vez tintarme de nuevo las ideas?”
Ahora, cojo el boli , las tres veces anteriores no lo hice, y busco una hoja en blanco. Sabiendo o dudando que esto es una pesadilla de la que no puedo escapar. Y quiero dejar constancia de ello:
Todo empezó esta mañana, cuando al despertar me di cuenta que no estaba en mi cama. Sorprendida, supuse que había vuelto a hacerlo: emborracharme y buscar amores en sitios ajenos a mi hogar. Pero no habían brazos donde cobijarme: solo una cama pequeña, un cuarto demasiado grande, sin ventanas, sin otra cosa que no fuera mi mesita, los pendientes y yo intensamente desnuda.
Por eso puedo escribir ahora en este diario, porque mi mesita sí estaba en esa extraña habitación y el diario en el primer cajón. Caracoleando con mesita a cuestas hasta en las pesadillas : no sé viajar sin pasados que me detengan.
Ahora apunto, sentada en la cama, lo que me ha pasado las tres veces anteriores, asumiendo que me pasará de nuevo. Dentro de unos segundos, cuando acabe de escribir lo que he hecho antes, volveré a hacer lo mismo. Quiero saber leer lo que me pasa, tal vez así sea más real :
Abro la puerta de la extraña habitación y aparezco en mi casa. Frente a mí dos puertas: en una cuelgan fotos mías riéndome, con los pendientes indios que él me regaló. En la otra hay agujeros y astillas que pinchan. Como no soy tonta voy en busca de mi risa. Entro en esa habitación y vuelvo a estar en la habitación vacía de donde he salido. Con mi mesita.
Tres veces me ha pasado ya, entro y salgo sin salir. Me resulta raro escribir esto a mano, tan acostumbrada al ordenador, me resulta raro levantarme siempre con los pendientes indios puestos. Están cuajado de piedras lunares y plumas y siempre acaban lastimando mi piel. Son raros. Son bonitos porque él me los regaló.
Me contó una historia acerca de ellos : “Atrapasueños” los llamó. Son dos colgantes de plata y plumas. De una piedra lunar sucia cae un aro que es el soporte de un fino hilo que forma dibujos telúricos a partir de su centro agujereado. Y entretejido en ese hilo, cuelgan pequeñas y puntiagudas lágrimas de un azul claro. De ese aro de plata cuelgan plumas y trocitos de cordel, con más piedras semipreciosas que actúan como las pesas de las faldas antiguas. Es un buen regalo, me dijo, e insistió mucho en que me los pusiera. Mis rasgos cetrinos, y mi pelo azul marino se realzan con el brillo apagado de esa joya. Mis facciones se suavizan con la caricia de las plumas sobre mis hombros.
“Atrapasueños” me susurró, ¿que sueños le pregunté?, tan vacía para soñar como siempre.
-Los malos, linda, me dijo.
Ni siquiera tengo malos.Vivo en un continuo espacio-tiempo sin sobresaltos. Excepto ahora que estoy atrapada, pero bien, sin problemas, solo ligeramente agobiada. Mi desnudez me aturde. No sé andar desnuda sin mirar las sombras de los pendientes acariciándome los pechos, como sus manos, como en los sueños que no tengo.
Ahora cerraré el diario, y abriré la puerta rota: astillas puntiagudas y dolor. Eso lo sé, por eso no he querido abrirla antes. Pero si no consigo salir de esta habitación, no podré vestirme y olvidar lo desnuda que me ofrezco cuando le pienso sin sueños.
Noticia aparecida en el Diario Vespertino:
Encontrada en coma víctima de un extraño ritual. Los expertos aún intentan descifrar el artilugio donde fue hallada la joven de 30 años. La encontraron tumbada en la cama: su cuerpo desnudo estaba cubierto por miles de trozos de cordel como hilo de telaraña formando extraños dibujos. El cuerpo estaba colocado en aspa dentro de un círculo de plata de grandes dimensiones. No se explican como ningún vecino observó la entrada de semejante artefacto. La joven tenía piedras semipreciosas colocadas estratégicamente sobre su cuerpo: Dos sobre los ojos, y una en cada orificio de su cuerpo. Plumas blancas y negras rodeaban el cuerpo inerte. No ha sido posible despertarla, un examen médico minucioso revela que no ha sido objeto de violencia alguna.
Resulta inexplicable que no despierte.