Alcoy es una ciudad de tópicos. Una comunidad singular, que a lo largo de los siglos ha ido acumulando clichés, que han acabado por convertirse en verdades inamovibles. Este artículo es un voluntarioso intento de acabar con unos cuantos de esos retratos, que el paso del tiempo ha convertido en caricaturas o en simples mentiras.
1-Olivas y anchoas
Cada vez que un político de fuera viene a Alcoy a buscar votos, suelta el rollo de las olivas y de las anchoas, adulando al personal y recordándonos por enésima vez que somos una ciudad muy emprendedora, capaz de levantar grandes fábricas de aceitunas rellenas sin tener olivos y sin tener ninguna posibilidad de acceso a los grandes bancos de anchoas del Cantábrico. La realidad es otra: las olivas rellenas son el fruto de la desmedida afición de los alcoyanos a los bares y a acompañar el barralet con algún elemento sólido y barato, con el fin de evitar futuros desastres estomacales. Hemos convertido uno de nuestros peores vicios –el de tirarnos horas en el bar tomando el vermut con los amigotes – en una importante fuente de ingresos para la ciudad. En eso sí que nos merecemos todas las alabanzas.
2-De la moral a la catatonia
La moral del Alcoyano y por extensión, de los alcoyanos son junto con Camilo Sesto las señas de identidad más reconocibles de la ciudad allende nuestras fronteras. Dos elementos que vistos desde dentro son motivo de orgullo y satisfacción, pero que desde fuera dan un poco de risa. Además están a punto de pasar a la historia. A estas alturas tanto Camilo Sesto, como la ciudad, como los gobernantes o como los alcoyanos se han quedado sin los arrestos y el espíritu necesario para afrontar los retos que les depara el presente y que, en otro tiempo les hizo merecedores de esa fama. Han perdido su confianza en la victoria y el estado de ánimo general más que de moral debería calificarse de somordo o, directamente, de catatónico.
3-La perdida furia reivindicativa
Por un alcalde que arrastramos, “arrastralcaldes” nos llamaron. Desde que hace 141 años protagonizamos los sucesos del Petrolio, los alcoyanos tenemos una inmerecida fama de pueblo levantisco, con gran capacidad de movilización colectiva y con una furia letal a la hora de defender nuestros derechos. Durante décadas hemos vivido a la sombra de ese tópico y mientras tanto, hemos visto cómo se nos atrofiaba el músculo reivindicativo hasta extremos altamente preocupantes. En este Alcoy del nuevo milenio, Pelletes ganaría la Alcaldía por mayoría absoluta a poco que tuviera un jefe de campaña medianamente listo. Nos hemos hecho comodones y aguantamos las peores tropelías institucionales sin mover ni un dedo, como hace el resto del mundo civilizado. Quién te ha visto y quién te ve.
4-Amantes de las tradiciones
Es cierto que los alcoyanos son amantes de las tradiciones, entusiastas de lo suyo y, en ocasiones, también muy suyos. Pero no de todas las tradiciones. En el caso de las fiestas de moros y cristianos sí. Son tan amantes que, en nombre de dicha tradición, son capaces de pasarse por el forro la Constitución Española y las normas más elementales de convivencia e impedir durante siglos la igualdad entre hombres y mujeres. Y en lo que se refiere a memoria gráfica disponen de material suficiente para realizar una serie documental con el doble de capítulos de Cuéntame. Pero cuando se trata de preservar cascos históricos, patrimonio industrial, restos arqueológicos, artistas o lengua vernácula, eso ya es otro cantar.
5-Colze amb colze
Las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy van por el mundo presumiendo de espíritu igualitario y de unir a todas las clases sociales en un anhelo común. “Colze amb colze”, el patrono con el obrero, bajando en una escuadra por la calle de San Nicolás; una descripción que ha resistido el paso del tiempo, a pesar de que no tiene nada que ver con la auténtica realidad alcoyana. Los festejos alcoyanos son clasistas y están llenos de fronteras sociales invisibles, como el resto de las manifestaciones de esta sociedad. El que tenga alguna duda al respecto, sólo tiene que mirar algún vídeo del “Aixó ho pague jo!”. Xavi Castillo lo explica perfectamente con esa gracia que Dios le ha dado.
6-Caragols
Existe un cierto consenso entre los habitantes de las localidades vecinas en denominar jocosamente a los alcoyanos como caragols o caragolets, porque según ellos la mayoría son cornudos, babosos y se arrastran. No se ha podido constatar científicamente que ninguno de estos tres extremos supere en Alcoy la media de las poblaciones del estado español. Lo cual hace suponer que, con toda probabilidad, hay la misma proporción de cornudos en Alcoy que, en pongamos por caso, Benilloba. Tantos babosos como en Beniarrés o tantos ciudadanos susceptibles de arrastrarse como en Muro o en Alcocer de Planes. Lo que sí se ha podido constatar es que los alcoyanos son capaces de tomarse las cosas por el lado y bueno y reírse de sí mismos. Han acabado convirtiendo al caracol en el animal totémico de la ciudad.
7-Somos cerrados
A veces, el deseo de construir una buena frase acaba convirtiéndose en un sambenito perpetuo para los habitantes de una ciudad. De los alcoyanos se dice que al vivir rodeados de montañas, nos hemos convertido en una gente cerrada a la que le cuesta mucho mostrar sus sentimientos en público. La frase se suele completar con aquello tan bonito de “los alcoyanos son muy reservados, pero cuando te abren su corazón, sabes que tienes un amigo para siempre”. Con el paso del tiempo, he observado que este mismo planteamiento se aplica a los habitantes de Almoines, Socuéllamos, Utrera o Milwaukee . Por mucho que nos empeñemos en hacernos los interesantes, los vecinos de esta industriosa ciudad somos tan estruendosos, tan fiesteros y tan expansivos como el resto de los habitantes de la Comunitat Valenciana. Sólo hay que salir a la calle una noche de “entraetes” o entrar en un bar un sábado a la hora de la caña para comprobarlo.
8-El mejor embutido del mundo
Es verdad que el embutido alcoyano goza de una merecida fama. También es cierto que por las calles de Alcoy transitan una cantidad ingente de botifarres, y también algunos chorizos. Pero de ahí a pensar que el embutido alcoyano es el mejor del mundo hay un trecho. De hecho el de Onteniente goza de tanta o mayor consideración y está mucho más presente en las grandes superficies comerciales. Por otra parte en cuestiones gastronómicas, como en tantas otras cosas, para gustos colores. En Sagunto, por ejemplo, le ponen hinojo a las butifarras y se las comen sin rechistar.
9-No deje de visitar nuestro inexistente casco histórico
Más que ante un tópico, nos hallamos ante una mentira de grandes proporciones, que un día nos costará una querella por parte de algún turista cabreado. Alcoy presume en los folletos turísticos de un casco histórico inexistente, que en realidad sólo es un montón de solares y de cascotes. Viejos conjuntos arquitectónicos de la Revolución Industrial, casas medievales y restos de muralla han desaparecido ante el furor inexorable de la piqueta. Hay algunos alcoyanos que bajan poco al centro, que todavía se creen que Alcoy tiene casco histórico. Son tipos desinformados que llevan años sin cruzar el puente de San Jorge, que presumen por el mundo de las maravillosas callejas de Buidaoli y El Partidor. No intenten sacarles de su error, por que les acusarán de derrotistas y de antipatriotas.
10-Siete siglos de industria
Históricamente Alcoy, ha sido una ciudad manufacturera de relevancia. De hecho en el siglo XIX estaba considerada la primera ciudad industrial del País Valencià y una de las punteras a nivel estatal, que hasta la década de los años 60 del siglo pasado fue capaz de atraer una importante inmigración. Pero la crisis energética de 1973 marcó el final de la Edad Dorada e inició un proceso de desmantelamiento que se acrecentó en los años ochenta y que, lenta pero inexorablemente, ha seguido hasta nuestros días. Hoy el Alcoy post-industrial sigue buscando su lugar en el mundo y la viabilidad económica en otras fuentes como el turismo o los servicios sin que hasta el momento le hayan reportado grandes beneficios. Mientras tanto en el aire sigue planeando una cuestión esencial: puesto que los alcoyanos ya sabemos quiénes somos y de dónde venimos, ha llegado el momento de decidir hacia dónde vamos.
Molt bé, incisius i desmitificadors com sempre. Però el reiterat Comunitat Valenciana, l’aigualitada denominació que ens va encolomar la dreta i la poca trempera de certa esquerra, és precís? que diria aquell. No sembla coherent amb la visió dels vostres escrits, ni l’herència d’aquell Alcoy (España) dels productes locals com única via (subsidiària) d’ubicar-nos en el món. Total, per al cas que ens han fet ens fan… En fi, si voleu un dia ho debatem en un vermut amb olives i caragols. Salut