No le escapa al viajero, paseante, usuario de columpios o recuperador de materiales de construcción ajenos que se acerca hasta la urbanización de Serelles, situada en las puertas del Barranc del Cint dentro del área de influencia de de la Serra de Mariola, el túmulo que preside una de las entradas bajo las letras de la urbanización que, milagrosamente, todavía se conservan.
¿Qué es eso? ¿La base que debía de sustentar un poste que, a su vez, sostendría un letrero luminoso que anunciaría a los cuatro vientos, como quien dice de Salses a Guardamar, la ubicación de la urbanización? ¿El pedestal sobre el que se habría de levantar un monumento conmemorativo al ejectutor del engendro con Jorge Sedano atrapado por una gaviota y por Enrique Ortiz, a la manera de grupo escultórico El Laocoonte y sus hijos? ¿Una alegoría sobre la muerte política del propio Sedano a raíz de la urbanización y otras acciones constructivas? ¿Una tumba anónima en la que descansa con un pijama de hormigón algún pequeño propietario que se mostró reacio a la venta de sus terrenos? ¿O, tal vez, es una una metáfora visionaria sobre el destino de la propia urbanización fantasma?
Urbanización fantasma en un doble sentido a) porque está en estado de abandono y b) porque fue diseñada por fantasmas. O qué eran sino esa personas envanecidas y fatuas que la proyectaron para albergar 1.500 chalets (de las 7.000 viviendas que –según el PGOU del PP – necesitaba la ciudad), cuando las previsiones del Instituto Valenciano de Estadística eran que, hacia finales de 2015, el crecimiento neto de Alcoi sólo sería de 46 habitantes. Curiosamente el mismo número que los chalets que se han completado a dia de hoy y que se encuentran actualmente en condiciones de habitabilidad.