Esta semana tengo el alma de chascarrillo, y seguramente me saldrá una columna tal que así. Con profundidad de charco, como si las otras fueran océanos.
El domingo estaba viendo el programa de la Milá sobre libros. He visto que tiene muchos detractores, pero mira, con que la gente lea, casi que me sobra. Hay muchos puristas que no soportan que la gente se inicie en la lectura con Cincuenta Sombras de Grey, a mí mientras no me obliguen a leerlo… No soy muy fanática de la alta literatura y entiendo que si le sueltas de pronto a alguien no lector la Magdalena de Proust, igual no vuelve a coger un libro en su vida. Además, si existen consumidores de pelis de entretenimiento, ¿por qué no también de libros? ¿Por qué somos tan puristas? Si no nos obligan a leerlos.
Pues viendo el programilla de marras, salió una chica que no le gustaba nada Beatriz y los Cuerpos Celestes de Lucía Etxevarría, esta escritora superdotada que igual te hace un «homenaje-plagio», que se desquicia en un reality , que acusa a Podemos y al diario Público de ir a por ella para lincharla socialmente y que actualmente ejerce de Dj en los pubs de los amigos…
Pues la lectora dijo que no le gustaba nada Beatriz y… porque le parecía una novela chunga protagonizada por pijos que se hacían pequeños delincuentes y drogadictos sin más consecuencia. La verdad es que la definición no está mal. En su momento fue un boom, yo siempre pensé, que más que nada porque escandalizaba. Ya saben, mucho sexo, muchas drogas, más sexo y mucha paja mental en el Madrid pijo, con viajes a Inglaterra. Todo muy pro. Poco más. Eso sí, fácil de leer. Al menos no se enreda en la descripción de unas cortinas durante tres capítulos, como algunos escritores presumiblemente serios. Desde luego, yo prefiero a Bukowski. Pero para gustos, insisto, colores.
Continuo, no le gustó la historia a la lectora. No fue más allá, podría haber ido. Pero no lo hizo. Y Mercedes citó a Lucía Etxevarría en su programa ConvenZeme, para contarle que a esta lectora no le había gustado su libro, pero que sin embargo a otra, le había cambiado la vida.
Cuando apareció Lucía encontré a la escritora irreconocible. Me pareció que estaba mirando a una Lolita de hace algunos años, pero sin el Sarandonga y la belleza intrínseca de esta artista. Enfins, tinte marrón de ideas y pelo. Y que conste que si fuera un hombre, diría lo mismo. Estoy esperando la ocasión de meterle mano a José Oneto. Lucía asustaba con la mirada huidiza, tics faciales y pestañas llenas de pegotes. No le favorece ser castaña a Lucía. Aunque siempre lo fue un poco.
No llevó bien la crítica, pero fue peor el halago. Le faltó tiempo para nombrar a su hija, que allí no pintaba nada. Y todo eso entre miradas erráticas y a la vez amenazadoras. Pero lo más tremendista fue cuando llego el turno de explicar el libro que NUNCA recomendaría.
Eligió Memorias de Mis Putas Tristes de Gabriel García Márquez porque, atentos al dato, este libro promovía la venta de niños como esclavos sexuales¡¡¡ Ains. Creo que lo hizo por epatar, por llamar la atención, para que se hable de ella. Es propensa a esta clase de tonterías.
Aún así, siempre me cabe la sospecha que no sea por el afán de figurar tan propio de ella, y que de verdad lo crea.
Ains.
La literatura no promueve ni defiende nada, Lucía. Cuando lees a Truman Capote, A Sangre Fría no te está incitando a asesinar a una familia, cuando lees La Naranja Mecánica de Burgess, no te están pidiendo que te conviertas en un asesino psicópata y cuando te leen a ti, no nos piden que nos convirtamos en una pija drogadicta con una vida sexual más o menos activa y sorprendente porque se acuesta con chicas¡?¿
Me resulta difícil intentar explicarte a ti, que eres escritora, cual es el sentido de la buena literatura. Qué desde luego no es adoctrinar. Esa clase de pensamiento sólo es propia de retrógrados, gente enferma por dentro, censores culpables de sus malas ideas.
Me gustó mucho la respuesta de Mercedes Milá. Y la cara de susto que se le puso a esta señora siempre tan expresiva. El mundo está lleno de censores que ven pecado dónde no lo hay: cartelitos de humor gráfico que incitan al maltrato de niños, libros que incitan a la violencia, discursos que atentan contra la moral… Siempre hay una voz que clama en el desierto para que quemen los libros, los dibujos, las palabras porque le incitan a… saber qué salvajada.
Vosotros, censores, deberíais hacéroslo mirar. Algo os falla por dentro. Y no es bueno.
En cuanto a los chascarrillos, que no se me había olvidado, se rumorea en Alcoi que a uno de los buenos le están haciendo la cama los compañeros del propio partido. A lo mejor es porque él sí quiere cambiar las cosas. Así que olvidaos de los cambios positivos en el centro, en el comercio, en los negocios. Ahora está todo en manos de los asesores.