Por primera vez desde 1995, Alcoy encara una campaña electoral sin hablar de la puñetera Canal, ya sea en su modelo primigenio de polígono industrial o en la versión remasterizada de Alcoinnova. Los partidos de esta ciudad se han tirado 24 años sacando petróleo político de este debate interminable, hasta que la decisión del TSJ anulando el ATE de la Generalitat del PP nos ha dejado como al mismísimo Fava (igual estic que estava).
Muerto el perro se acabó la rabia. La política alcoyana se ha quedado huérfana y la mayor parte de las formaciones andan por ahí como vaca sin cencerro, a la búsqueda de un tema estratégico que les permita repartirse estopa. La Canal les servía a los de izquierdas para sacar músculo ecologista y para poner en evidencia el instinto depredador de la derecha. Para los conservadores, este inocente paraje era la perfecta demostración de que el rojerío está metido en una siniestra cruzada que tiene como objetivo arruinar a esta ciudad.
La sentencia del TSJ confirma lo que mucha gente venía sospechando desde el principio de este contencioso: que existen motivos ambientales de peso que impiden ubicar en la Canal una gran área industrial. Ha hecho falta casi un cuarto de siglo y un serial agotador de estudios, debates y recursos judiciales para llegar a esta conclusión evidente. Por fortuna, en la zona no se ha llegado a desarrollar ningún proyecto concreto, evitándonos a todos el sofoco de un segundo caso Rosaleda.
La derecha (PP y Ciudadanos) se queda sin su principal argumento en materia de promoción económica, después de tirarse casi dos décadas ofreciéndonos la Canal como plato único. La izquierda extrasocialista presume de una sentencia judicial que le da toda la razón. Por lo que respecta al PSOE (el del Ayuntamiento y el de la Generalitat), el fallo judicial le evita el disgusto de tener que permitir un proyecto en el que no cree y que le habría provocado un fuerte desgaste político. La inclusión de Jordi Silvestre, presidente del colectivo ciudadano que ha frenado Alcoinnova, en el número 5 de la lista socialista es la mejor demostración de que Toni Francés ha dado por zanjada esta polémica.
A partir de ahora, no hay excusas. Desaparecida la Canal, toca ofrecer alternativas creíbles y actuar con rapidez. Si a lo largo de los últimos 24 años el desarrollo industrial de Alcoy se ha convertido en un estéril ejemplo de los peores tics de la politización y del partidismo, en esta nueva etapa sería de agradecer un esfuerzo de negociación y de consenso. Un cuarto de siglo perdido es un argumento de peso para que las formaciones políticas de Alcoy cambien radicalmente de actitud.