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Punto de vista
La conjura de los necios
Una de dos, o el Gargantúa Cañete es un nuevo Maquiavelo y su esputo forma parte de una inextricable estrategia electoral o es más tonto de lo que realmente aparenta.
Carlos Merchán - 22/05/2014
La conjura de los necios

Porque no otra cosa parece, una conjura, un apaño, un contubernio entre idiotas todo lo que estamos viviendo. A ver si yo me aclaro. Que un fulano, pasadillo de copas, suelte en una taberna lo que rebuznó el otro día el candidato Cañete,  entra dentro del terreno de lo creíble. Ahí va la descripción. El tipo en cuestión dice algo así como: “debatir con una mujer es complicado porque si demuestras tu superioridad intelectual pueden tomarte por machista”.

El notas,  le pega un tiento a la copa de Fundador, se palpa la hombría con regodeo, desmonta el mondadientes que hasta entonces cabalgaba sobre una de sus orejas y se lo mete en la boca y se va a casa la mar de satisfecho entre las risotadas de la peña. Vale. Pero que esto lo diga un candidato a representarnos en Europa después de que una dama le arreara estopa a modo en una justa dialéctica, no se lo cree ni el que asó la manteca. Una de dos, o el Gargantúa Cañete es un nuevo Maquiavelo y su esputo forma parte de una inextricable estrategia electoral o es más tonto de lo que realmente aparenta.

El debate en cuestión fue pospuesto por los tremendos sucesos de León. A la presidenta de la Diputación, dama pluriempleada que al parecer no despertaba muchas simpatías, otra afiliada al partido en el poder le descerraja dos tiros por la espalda y uno de gracia en la cabeza al más puro estilo de la camorra. Hasta ahí un truculento suceso merecedor de una portada de El Caso. Pero la maquinaria empieza a moverse y a engrasar los dientes. Enseguida se buscan culpables a toda costa en pos del rédito político. La culpa es de la izquierda que alienta la violencia con sus movimientos anti desahucios, sus caceroladas y sus escraches. No. La culpa es del rojelio Wyoming, ese diabólico cizañero. No. La culpa es de Espinete, que lleva púas como amenazantes puñales en la espalda. No, no, no. La culpa es del twitter y los tuiteros, siniestros personajes anónimos que alientan la violencia. Y empieza una caza de brujas en toda regla y la stasi a aporrear puertas. Los primeros detenidos, más que brujas con espolones, verrugas con pelos y escoba, son jóvenes lampiños, brujines de medio pelo, a los que, es de creer, no les llegará la camisa al cuello del susto. Los violentos tuiteros son detenidos y requisados su material informático con una celeridad pasmosa. Se conoce que como ya hay un precedente sin precedentes de borrado y destrucción de discos duros la stasi no quiere que se repita el descuido. Hasta la casa real, esa benemérita y transparente institución se sube al carro del twitter con la sana intención de recomendar moderación y buenas formas. ¿Recomendarán también no masacrar especies protegidas, cumplir escrupulosamente con Hacienda, no fundar lucrosísimas empresas sin ánimo de lucro?

En fin, como quiera que yo también quiero aportar mi granito de arena a la desestabilización y la violencia desencadenada, allá van mis propósitos. No, no voy a desearle la muerte a nadie, hasta ahí podíamos llegar, pero  ¿desear que a los tontos conjurados con poder les nazca un forúnculo reventón en el sieso (también llamado incordio anal) será constitutivo de delito?

En fin, quiero terminar (que no todo va a ser necedad y despropósito) dando la enhorabuena al gran Quino por su flamante premio Príncipe de Asturias aunque, bien mirado, no veo yo a la roja Mafalda como princesa de Asturias. ¿Acabarán culpándola del asesinato de León? Tiempo al tiempo.

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