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A fondo
Cosas que le pasan a una ciudad por tener los pajes negros
Reflexión sobre la interminable polémica en torno al blackface y los festejos alcoyanos de Reyes Magos
Javier Llopis - 06/01/2023
Cosas que le pasan a una ciudad por tener los pajes negros
Una icónica fotografía de Paco Grau, que reventó en su día las redes sociales y que fijó visualmente el papel de los pajes reales

Como el turrón El Almendro, el blackface y la polémica vuelven a casa cada año por Navidad. La más querida de las tradiciones alcoyanas, el ciclo en torno a los Reyes Magos, se ve cuestionada desde el exterior por utilizar a jóvenes pintados de negro para repartir los regalos por las casas. El amor por el patrimonio local, la demagogia más abyecta y oportunista, la torpeza política y el desconocimiento de la realidad se mezclan en este explosivo cóctel. Ahí van algunas pistas para entender este follón

1.Esto no se acabará nunca

Hay que empezar partiendo desde el más doloroso realismo: este endiablado lío no se acabará nunca. El asfixiante mandato de la corrección política se ha instalado entre nosotros para siempre y  dispone de una cantidad infinita de púlpitos para ejercer su inmenso poder de presión. Por si esto fuera poco, el ecosistema político español tiene entre sus habitantes a un nutrido sector de representantes de una subespecie que podríamos calificar como la izquierda somorda; o lo que es lo mismo, un grupo de políticos oportunistas que sacan pecho progresista denunciando asuntos como el “drama racista” de la Cabalgata de Alcoy, mientras descartan abordar otros temas de “menor fuste”, como por ejemplo la muerte de mitad de los ancianos ingresados en el Hospital de Oliver durante la pandemia del COVID. Mientras este tipo de gente ocupe plazas de ministro, de director general o de diputado, no habrá nada que hacer. Para estos personajes  nefastos y marrulleros, la inocente coreografía de teatro callejero que supone la Cabalgata de Reyes forma parte de una galería de monstruos en la que figuran manifestaciones tan deplorables como el Toro de la Vega o la fiesta de los quintos que tiran una cabra desde el campanario del pueblo. Nuestros emblemáticos pajes son oro puro para esta panda de demagogos, partidaria de la ley del mínimo esfuerzo. (Siempre será más cómodo ver unos cuantos vídeos de una cabalgata y emitir un comunicado lleno de santa ira, que meterse en complicadas luchas reales por los colectivos más desfavorecidos de la sociedad).

2.Las tácticas no funcionan

La polémica en torno a las caras tiznadas lleva más de dos décadas acompañando a los actos centrales del Nadal Alcoià y hasta la fecha no se ha encontrado ningún sistema válido para acabar con ella. La táctica utilizada por nuestras autoridades es la misma que utilizan los cazadores del Yukón cuando les ataca un gran oso grizzly: tirarse en el suelo y hacerse los muertos. Cuando se acercan los días grandes de enero, nuestros munícipes le ponen velas a Santa Rita  para que todo el universo se olvide de que en Alcoy se celebra una fiesta con centenares de jóvenes disfrazados de negro. Estas apelaciones al ¡Virgencita, Virgencita, que me quede cómo estoy! no funcionan nunca y todos los años hay alguna emisora de tele, algún periódico o alguna radio que pone sobre la mesa el presunto racismo del festejo. Tampoco faltan mociones y declaraciones de colectivos antirracistas o de partidos políticos que nos instan a ponerle freno a esta “afrenta mundial”. El caso es que llega el mes de enero y el tema vuelve a estar sobre la mesa, desatando una tensión que cae como un velo de sombra sobre unos actos callejeros, que deberían ser todo alegría. Nota: El hecho de que los Reyes Magos alcoyanos se hayan convertido en un gran evento turístico, rodeado de una intensa promoción en el exterior, tampoco es que ayude precisamente al intento de enmascarar los presuntos detalles negativos.

3.Habrá consecuencias y ninguna será buena

Críticas externas contra furibunda defensa patriótica de la tradición. Dos elementos permanentemente enfrentados y un equilibrio absolutamente imposible. A corto, medio o largo plazo, la polémica del blackface tendrá consecuencias y éstas serán negativas para el ciclo epifánico alcoyano y para la autoestima general de los habitantes de esta ciudad. Llegará un momento (así ha pasado con Igualada) en el que la televisión autonómica valenciana no podrá resistir las presiones políticas y dejará de retransmitir la Cabalgata de Alcoy para sustituirla por otro desfile menos conflictivo. Llegará un momento en el que, por idénticos motivos, empezarán a fallar los apoyos para promoción turística. Llegará un momento en el que un Gobierno, atenazado por el temor a ser tachado de racista y por la necesidad de un apoyo parlamentario puntual, aprobará algún tipo de decreto en el que se prohíba que salgan a las calles personas con la cara pintada de betún. Llegará un momento en el que los alcoyanos estaremos absolutamente solos en la defensa de un valioso elemento patrimonial, que resultará indigerible para esa nueva política en la que mandan las apariencias y las cuestiones superficiales.

4.¿Pueden hacer algo los políticos alcoyanos para parar este desastre?

La única forma de evitar que se cumplan estas siniestras profecías vendría de la actuación clara y efectiva de nuestros políticos locales. No es el caso de nuestro actual Ayuntamiento, que ni siquiera ha sido capaz de plantear un discurso único y claro frente al contencioso, como así quedó demostrado en las polémicas declaraciones de la edil de Fiestas a una tele nacional (“llegará el momento en el que, si lo tenemos que asumir, el Ayuntamiento de Alcoy lo asumirá y buscaremos la mejor solución”), rápidamente contestadas y desmentidas por el alcalde y el resto de sus compañeros de gobierno. Tampoco valen las apelaciones patrióticas y las campañas de adhesión inquebrantable del tipo “Todos somos pajes”.  La grandísima mayoría de los alcoyanos ya estamos convencidos de que nuestros festejos de Reyes no tienen ningún elemento xenófobo, a los que tienen que convencer nuestros representantes políticos  es a los de fuera, desarrollando un esfuerzo de pedagogía que hasta ahora ha brillado por su ausencia. En vez de meterse en actitudes numantinas, nuestros gobernantes están obligados a abrir cauces de diálogo con las entidades que critican nuestra celebración, para explicarles la verdadera naturaleza del evento y a llevar este festejo a los foros adecuados para divulgar en ellos sus verdaderas características . Disponemos de un brillante grupo de historiadores locales que serían capaces de montar un argumentario  sólido para defender esta gran manifestación cultural de unas acusaciones que la sacan absolutamente fuera de su contexto. Una cosa sí está clara, si planteamos este asunto como una batalla entre Alcoy y el resto mundo, llevamos todas las de perder.

5-Conclusión

Los que tenemos cierta edad sabemos que es posible hacer un cabalgata fea; todavía recordamos otros tiempos en los que se podían ver desfiles de reyes anodinos y en ocasiones desoladores. El actual formato, construido durante la etapa de gobierno de José Sanus, ha sido una espectacular fórmula de éxito y ha construido una potente marca ganadora, que cada año atrae a Alcoy a miles de personas. Una estética que apela a la tradición, una organización basada en la más abierta participación popular y una complicidad total con el público hacen posible cada año el milagro. Las figuras de los pajes negros son el pilar fundamental de esta construcción colectiva y sin ellos, la magia se desmoronaría estrepitosamente sobre nuestras cabezas. Sería una pena perder algo tan maravilloso a causa de una absurda forma de entender la corrección política o por una sórdida operación de intereses partidistas destinada a mostrarnos quien mea más lejos en la carrera por liderar el progresismo de garrafón. Sería una amputación dolorosa e imperdonable de una de nuestras más queridas señas de identidad, aplicada por unos motivos absolutamente miserables.

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COMENTARIOS

  1. Fernando Banquer says:

    Què tal resultaria fer una pel•lícula/documental de qualitat en la que s’explicara tot de datl a baix?

  2. Jose Albiñana says:

    Esta izquierda inculta y sin saber lo que es un pueblo y sus costumbres.
    Primero que se documenten, después que pasen unos dias a estudiar si hay machismo y después de todo ello que digan y confirmen sus opinion si de verdad existe machismo.
    Solo hay que ver la alegria de toda la gente cuando forman parte de este grupo.
    Basta ya de incultura y poco respeto a la gente normal

  3. Raquel says:

    Yo no lo veo racista, sinó inclusivo. Y os diré porqué: cada dia la poblacion es más multiracial, y el objetivo teatral del maquillaje no es otro que impedir que los pequeños identifiquen a aquellas personas que les llevan los regalos y pasean las calles interactuando con ellos. Ese maquillaje impide que digan mira el chino, o un sudamericano, o mira u africano…. pues una vez disfrazados TODOS SON IGUALES. Así que para mi es mas inclusivo que racista.

  4. Pablo says:

    Yo creo que se le da un excesivo protagonista a unas voces minoritarias y marginales. ¿que representatividad tiene el colectivo Afroféminas?, ¿que representatividad les estamos dando, entre todos,atendiendo a unas quejas que nacen del desconocimiento absoluto?.
    Hoy en dia cualquiera opina en las redes y parece que sea y parece que sea vox populi, y lo es porque nosotros queremos, ya que sin tanta resonancia el debate se hubiera quedado en ese infimo grupúsculo de opinadoras. ¡No alimentemos su debate!

  5. Manuel says:

    Le han preguntado alguna vez si ha un negro le ha ofendido ?
    Yo soy negro vengo de República Dominicana y este año es la primera vez que visto la cabalgata de Reyes y me ha encantado. Es increíble las caras de los niños,como viven la ilusión y sobretodo la emocion de ver a los paqueteros. Yo no vi por ningún lado racismo, solo vi una tradición bella. Ojalá en mi país se pudiese hacer algo así. No miréis esta tradición como algo racista… si no como el día de que más ilusión les llega a los niño que son lo más importante.

  6. Francisco Ortiz says:

    Muy bueno el artículo, y muy loables todas las opiniones, pero ¿podemos dejar de mirarnos el ombligo?, es decir, ¿no hay suficientes personas de color viviendo en Alcoy, como para que el Ayuntamiento o los organizadores les inviten a formar parte del cortejo, como negros que son, y a partir de ahí todos los que no sean negros naturales, que los sean simulados. Si las personas de color participan voluntariamente, se acaba la polémica (comenzaran otras, pero esta acabará). Está claro que nuestra corporación municipal no sabe dónde tiene su mano derecha (ni la izquierda), pero también es verdad que la sociedad civil no ayuda: ¿no hay gente de color en la Cruz Roja como para hacer de Rey negro?¿le han preguntado a alguno de los migrantes del centro de acogida (albergue de transeúntes de la estaciò del Nord) si querían figurar de Rey negro? Pues no, ha tenido que salir algún «lechoso» embadurnado de betún a hacer de Rey. En la cabalgata de Xátiva de este año, el Rey negro ha sido personalizado por un chico migrante de color que pasó por Alcoy, y al cual tengo el honor de conocer, y de que me considere su «padre» como ellos nos califican a los que les ayudamos
    Es cierto todo lo que comentas en tu artículo, pero también es verdad que no hacemos nada por adaptarnos a los nuevos tiempos, y que nos encerramos en aquello de que «son nuestras tradiciones» y el «eixos que sabran». Carguémonos de razón y después respondamos con argumentos sólidos.

  7. Rafa says:

    Totalmente de acuerdo con Fco. Ortiz, menos mirarse al ombligo y mas conservar las tradiciónes pero adaptandolas a los nuevos tiempos, no solo en la fiesta de reyes si no en el resto de celebraciones, y en la sociedad alcoyana en general.

  8. Pilar says:

    Yo soy negra y a mí me ofende. Me ofende ver la representación de negros de forma tan fea, me ofende que se piense que no ofende y que me digan que me lo tengo que tomar de buenas.
    Me parece que aquí hace falta un trabajo de autoevaluación muy grande. Ojalá una cabalgata de pajes «blancos», con gente negra pintada de blanca, caricaturizando los rasgos de una persona de Alcoy. Pero claro, estoy segura que ahí sí se llamaría racismo.

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