Los cotos, el juego de naipes nacional de los alcoyanos, han generado un rico metalenguaje, lleno de frases brillantes y de dobles sentidos. En este argot, surgido entre tapetes verdes y efluvios de café licor, hay una palabra que destaca sobre las demás por su sonoridad y por su valor poético: el hermoso.
¿Qué es exactamente hacer el hermoso cuando uno juega una partida de cotos?. En primer lugar, hay que dejar muy claro que el uso de este vocablo no tiene nada que ver con la apariencia física de los jugadores. Hacer el hermoso no es acudir a la filà a jugar a las cartas con traje de los domingos, con un perfecto corte de pelo y con un ligero maquillaje para realzar los pómulos. La secular tradición cotera alcoyana dice que hacer el hermoso es ganar por 3 “cames” a 2 una partida que se iba perdiendo por 2 cames a 0. El hermoso es básicamente una remontada, la descripción de una situación en la que el presunto perdedor le da la vuelta a la tortilla y acaba venciendo contra todo pronóstico.
Hay que subrayar el acierto en la elección de la palabra. Pocas cosas hay en este mundo más hermosas que apuntarse una victoria en una partida de cotos dejando al contrincante con la miel en la boca y con cara de pena. Es muy parecido a ganar un partido de fútbol en el último minuto y de penalti injusto.