La palabra panderà se usa en Alcoy y en buena parte del territorio valenciano para describir una cagada de proporciones homéricas. Este término, con claras resonancias musicales, también se utiliza en sentido metafórico para referirse a situaciones desastrosas, que obligarán a las personas encargadas de solucionarlas a meter mano en la porquería y a pasar un buen rato entre aromas fétidos.
En esta tierra aficionada a la escatología, la panderà tiene hasta su propia canción: aquel bonito tema titulado “Panderà de bou”, que ofrece una alegre e instructiva descripción musical sobre las texturas de las boñigas de diferentes especies de animales domésticos.
En el origen de la palabreja, hay que situar un entrañable instrumento musical, que ameniza nuestras nochebuenas y las actuaciones de la tuna: el pandero. Este modesto elemento de percusión también nos ha servido a los alcoyanos para describir culos de gran tamaño y contundencia. En el caso de la panderà, la metáfora está más pillada por los pelos, ya que hay que hacer un considerable esfuerzo imaginación para relacionar ambos elementos por cuestiones de forma y tamaño. Resumiendo, se podría afirmar que un panderà es básicamente una cagada enorme, ya sea de persona, de vaca frisona o de Tiranosarius Rex.
Dejando al margen las interpretaciones literales, la panderà es un término utilizado para referirse a situaciones políticas, económicas o sociales especialmente desagradables y difíciles de resolver. Recurriendo a un ejemplo clásico, se puede afirmar sin caer en la exageración que Francisco Camps se dejó una buena panderà en la Comunitat Valenciana tras su etapa como presidente de la Generalitat. La base de la panderà metafórica es que uno se la deja en un sitio, se larga y deja que otros se encarguen de pasar el mal trago de retirar la mierda.