El Instituto Tecnológico Festero, organismo dependiente de la UNESCO con sede en Ginebra, ha elaborado un decálogo normativo de obligado cumplimiento para las próximas Entradas de Moros y Cristianos de Alcoy. En su afán de proteger las esencias de los festejos georginos, este instituto internacional ha hecho públicas una serie de recomendaciones y de prohibiciones que tienen como objetivo final asegurar la brillantez de los desfiles y depurar aquellos elementos coreográficos que rompan la marcialidad de los actos.
“Más falso que un Judas” ha tenido acceso a este documento, en el que incluso se prevén sanciones para el caso de incumplimiento reiterado. A continuación publicamos la lista de las diez recomendaciones incluidas en estas tablas de la ley de la Fiesta.
1-CARROZA DE GENTE COMIENDO
Es un clásico inexplicable. Algún escenógrafo tendrá que explicar el interés que tiene una carroza que exhibe a diez señores talluditos vestidos de guerrero medieval, sentados a una mesa mientras beben tintorro en jarras de barro y devoran un surtido de embutidos del terreno y de habas tiernas. Escenográficamente, la imagen de un grupo de amigotes tomando el aperitivo y saludando a los espectadores no le aporta nada el desfile de las huestes de la cruz (las de la media luna le tienen menos afición a estos saraos) y su repetición empieza a resultar embarazosa: la primera vez tuvo algo de gracia, pero ahora ha perdido todo el tirón. La carroza de los amigachos de montepío debe ser suprimida de inmediato por decreto ley, en beneficio del público, que vería acortada la duración del desfile, y de los propios festeros, cuya salud puede verse negativamente afectada por este despliegue callejero habilidades alimenticias. Aplíquese a rajatabla el viejo dicho de: cada uno come en su casa (o en su filà) y Dios en la de todos.
2-¡AY CAMPANERA¡
Conscientes de que son puro relleno entre boato y boato, estos grupos de percusión compensan su papel secundario a base de montar un follón sonoro de mil demonios. Machacan campanas tubulares, cencerros, planchas de hierro de fundición y toda clase de artilugios metálicos con furia visigótica, hasta hacer que la gente salga alarmada a los balcones pensando que se ha producido algún tipo de accidente grave. Estas catarsis sonoras rompen el ritmo y el estilo de los desfiles y musicalmente aportan más bien poco. A su favor hay que resaltar una única virtud: su buenísima relación calidad/precio, ya que resulta imposible hacer más ruido con tan pocos medios y con tan poca sabiduría musical.
3-TOMAR EN PEQUEÑAS DOSIS
Una de las últimas aportaciones de Alcoy a la coreografía festera universal ha sido la roponà, entendida como un grupo desordenado de guerreros en traje de faena medieval, que profiere gritos amenazantes y que lleva todo tipo de instrumentos bélicos. Estos singulares montajes le dan color y variedad al desfile mañanero de las huestes de la cruz. Sin embargo, como todo en esta vida, el exceso de roponaes acaba empalagando y lo que es peor, desorientando al espectador. El abuso de este tipo de comitivas guerreras rompe el relato de la Entrada y le da un peligroso toque de ejército de Pancho Villa a un acto que debería estar marcado por la marcialidad. La roponà es una magnífica solución para canalizar las ganas de participar que tienen los festeros, pero empieza a salirse de madre. Las roponaes en pequeñas dosis… y el que quiera lío y desmadre, que se espere als soparets.
4-FORTASEC EQUINO
No hay nada peor para una Entrada que un caballo con diarrea. Sin encomendarse ni a Dios ni al diablo y haciendo uso de su total falta de prejuicios, estos nobles animales son capaces de convertir un brillante desfile festero en una maloliente exhibición escatológica, que resulta difícil de controlar hasta para los más rápidos representantes del servicio de limpieza. Una buena cagada de caballo rompe toda la magia del ritual centenario de los Moros y Cristianos, provocando gestos de asco y de risa entre los espectadores y resbaladizas sorpresas entre los cabos de escuadra. Dada la imposibilidad de convencer a estos nobles brutos de que vengan cagados de casa, habría que optar por la implantación del Fortasec equino como único instrumento efectivo para luchar contra la boñiga.
5-EL TAMAÑO NO IMPORTA
A lo largo de los últimos años ha crecido hasta extremos inverosímiles la longitud de las carrozas de los capitanes y los alféreces. Este despliegue de metros empieza a provocar serios problemas de maniobrabilidad sólo comparables a los que sufre un camión trailer atrapado en la rotonda del Camí. Partiendo de una verdad irrefutable -todas las carrozas han de pasar por el Cantó el Pinyó- alguien tendría que empezar a pensar en la posibilidad de establecer algún tipo de límite. Hay años en que los espectadores se han llegado a cruzar apuestas sobre si la carroza pasaría o se quedaría atascada para siempre a la entrada de la plaza de España y el resto del desfile tendría que bajar por la calle San Francisco. En estos asuntos festeros (en otros, sí), el tamaño no importa y siempre se puede optar por sistemas de transporte más reducidos pero con igual brillantez.
6-CULOS DE MAL ASIENTO
Son una gente inexplicable: llevan horas viendo las Entradas y pocos minutos antes de que acaben, les entran las prisas por volver a casa. Sus principales víctimas son los alféreces y caen sobre sus boatos y sus escuadras como una plaga de langosta. Centenares de mirons en fuga transforman el más hermoso séquito festero en un batiburrillo de gente, caballos, escuadras, bandas de música desorientadas y abanderados con cara de “quepintoyoaquí”. La autoridad competente tendría que convencer a estos culos de mal asiento de que no les va a pasar nada si se esperan diez minutitos más sentados tranquilamente en sus sillas. Nota importante: estas críticas pierden toda su vigencia cuando la Entrada Cristiana viene con retraso; en esos casos, hay que aplicar el sálvese quien pueda; al fin y al cabo se trata de comer, de echarse algo sólido al estómago antes de que vengan los heraldos del capitán moro.
7-MANO DURA
Por fortuna, el Ayuntamiento de Alcoy ha emitido este año un bando en el que se fijan multas durísimas contra el lanzamiento de servilletas de papel durante las Entradas. Esperemos que está política de mano dura dé resultado y que acabe de una vez por todas con una práctica nefasta que provoca resbalones y que convierte el recorrido festero en una especie de despedida de soltero gigante. Tras el boom servilletero, los más pesimistas ya profetizaban la imparable llegada del papel higiénico y anunciaban el dantesco espectáculo de una calle de San Nicolás transfigurada en la grada ultra de un estadio de fútbol. Recomendación: es urgente tramitar la declaración de BIC para el confetti y para la serpentina de toda la vida.
8-ANIMALARIO
El director de cine Alfred Htichcock dejó para la historia una máxima que ha sido seguida al pie de la letra por centenares de realizadores cinematográficos: Nunca trabajes con niños ni con animales. Por lo que respecta a las Entradas, la primera parte del dicho no tiene ninguna validez: los niños forman parte indisoluble y necesaria del desfile. Si hablamos de animales, los espectadores alcoyanos hemos visto prácticamente de todo: ovejas, halcones, elefantes, patos y hasta serpientes bailonas. En primer lugar, hay que dar la alerta sobre el malestar que el uso de estos elementos escenográficos vivos puede provocar sobre unos colectivos animalistas cada vez más movilizados y más dispuestos a la denuncia judicial. En segundo lugar, es importante evitar las confusiones: el uso abusivo de rebaños de ovejas en los séquitos festeros puede hacer que al final la gente acabe creyendo que en vez de ver una Entrada está viendo Les Pastoretes.
9-CONFUSIONES INCÓMODAS
La Fiesta de Alcoy es una competición a ver qué filà o qué cargo festero destaca por su brillantez. Aunque está circunstancia es altamente positiva para los festejos, en ocasiones genera incómodos momentos de confusión. En los últimos años se han podido ver acompañantes de los cargos (capitán y alférez) que iban tan bien vestidos que la gente acababa confundiéndolos con el protagonista principal. Asistíamos a acaloradas discusiones entre espectadores sobre si un moro ataviado con ropajes majestuosos era el capitán o era uno de sus caballeros. Para evitar que un auxiliar reciba aplausos masivos y que luego el capitán pase sin pena ni gloria es necesario y urgente refrenar la creatividad y el lujo desbordado de los acompañantes de su séquito.
10-EL TIMBALERO LOCO
Alguien tendría que explicarle a este hombre que una Entrada no es un concierto de Iron Maiden y que la música festera no tiene nada que ver con el heavy metal. El timbalero loco se ha convertido en una pesadilla para las juntas festeras de media Comunitat Valenciana. Este músico entusiasta se extralimita claramente en su tarea de acompañamiento y a base de malabarismos, de muecas de éxtasis y piruetas gimnásticas consigue robarles todo el protagonismo a los escuadreros que lo preceden. Los festeros odian al timbalero loco con toda la razón del mundo: media vida esperando para desfilar con tu filà el 22 de abril y al final, llega este divo de la percusión y se lleva todos los aplausos y todas las expresiones de asombro con un solo de timbal de diez minutos de duración, digno de un disco de Led Zeppelin.