Servando Cuixart, máximo representante de la escuela pictórica minimalista albaceteña, fue rescatado el pasado viernes del CADA de Alcoy, en donde llevaba cuatro años encerrado. El artista manchego se quedó atrapado en 2011 cuando se produjo el cierre de estas instalaciones. Su presencia no fue advertida por el personal de la Fundación CAM en el momento de la clausura y desde entonces, el pintor ha vagado como alma en pena por el edificio del antiguo Monte de Piedad.
El artista manchego quedó encerrado mientras preparaba una exposición antológica sobre su obra. A lo largo de los últimos cuatro años intentó en vano advertir de su situación gritando por las ventanas, pero sus esfuerzos fueron inútiles. El pasado viernes un grupo de albañiles que acudió al CADA para reparar unas goteras se encontró con el pintor. Inicialmente, al verlo con largas barbas y vestido con harapos, lo tomaron por un indigente, trasladándolo a los calabozos municipales de la calle Casablanca. Finalmente, se descubrió su personalidad real y ha sido entregado a su familia, residente en la localidad de El Bonillo.
Según ha podido averiguar “Más falso que una Judas”, a lo largo de estos cuatro años Servando Cuixart se ha alimentado de caramelos Sugus que había en los cajones de las oficinas, de canapés sobrantes del día de la inauguración del Centre d’Art y de bolsas de papas de una máquina expendedora situada en una de las salas de exposiciones. El pintor ha sido sometido a un exhaustivo examen médico, que ha dictaminado que se encuentra físicamente muy bien, aunque con sus facultades mentales algo mermadas por la larga etapa de soledad.
La Fundación CAM se hará cargo del coste económico de la rehabilitación de Cuixart. Asimismo, durante sus cuatro años de encierro el artista ha llenado las paredes del CADA de pinturas hechas con los rotuladores de las oficinas. Expertos en arte han señalado que se trata de obras de arte de gran impacto visual, “una auténtica Capilla Sixtina”, que se convertirá en la primera exposición del CADA cuando reabra sus puertas.
Como dato especialmente negativo hay que señalar que la esposa de Cuixart creía que el pintor había fallecido, por lo que decidió casarse en segundas nupcias con Douglas Estévez, un escultor mexicano residente en Almansa mundialmente conocido por sus monumentos para rotondas.