Un perro mira sorprendido el movimiento del hisopo de un sacerdote ante la mirada satisfecha de su dueño. Es una imagen actual de una antiquísima tradición: la bendición de animales de la fiesta de Sant Antoni. Este ritual, nacido para colocar bajo la protección del santo a las bestias que jugaban un papel clave en la economía agrícola, se ha trasladado ahora a las omnipresentes mascotas. Perros, gatos, caballos y algún hámster desfilan ahora por las puertas de la iglesia ante la cámara de Paco Grau.
Las calles del centro de Alcoy se animaron el pasado sábado por la tarde con la ceremonia de la bendición de los animales, el prólogo a la fiesta de Sant Antoni, que esta ciudad centra en la romería del domingo. Acompañadas de sus dueños, las mascotas desfilaron ante las puertas de la Iglesia de San Mauro y San Francisco, para situarse bajo la advocación de un santo, que es el protagonista de la fiesta invernal más importante de la Comunitat Valenciana. Sant Antoni del Porquet es el centro de innumerables festejos, que se celebran en diferentes puntos del país: desde la espectacular hoguera de Canals a esa maravillosa pieza medieval de Biar que es el Rei Paixaro. En todos los programas hay un elemento común: la bendición de los animales, que se remonta a unos tiempos en los que caballos, burros y mulos jugaban un papel vital en la economía de un territorio eminentemente agrario. Tras el parón de la actividad del invierno, los labradores se preparaban para la siembra y el cuidado del campo, siendo el buen estado de sus bestias de carga un factor imprescindible para que las cosas rodaran con éxito.
Ha pasado el tiempo y los campos se han llenado de tractores. Ha pasado el tiempo y ha llegado el boom de las mascotas. El cambio ha alcanzado también al ritual religioso de la bendición. Un desfile de perros y gatos, llevados por sus ilusionados propietarios, protagoniza esta fiesta en la que cada año se escenifica la especial relación de afecto y de complicidad entre los hombres y los animales.